25 enero 2024

La casa se encuentra en medio del pequeño pueblo que ha crecido en torno al cruce de la carretera que va desde el Nilo a los colosos de Memnón y la carretera que va de sur a norte paralela al curso del río. La zona se conoce como “Murrur”. Los campos de cultivo están muy próximos, por lo que desde la casa podemos fácilmente dar paseos siguiendo los canales o por los senderos que utilizan los campesinos. Como en la casa sólo cabemos catorce, hemos alquilado en el edificio de al lado un apartamento con tres habitaciones dobles, para poder coincidir veinte miembros del equipo.

Mientras trabajamos en casa, hemos pedido ayuda para ver si conseguíamos acelerar la llegada del “Security clearance”. Recurrimos primero a Zahi Hawass, quien al instante llamó a la secretaria del Comité Permanente de Antigüedades para interesarse por nuestra situación. Después pedimos ayuda al embajador de España en El Cairo, Alvaro Iranzo, quien enseguida contactó con el Ministro de Antigüedades y con el Vice-ministro. Y ya por último, contactamos con el Vice-Ministro directamente para pedirle que interviniera en el asunto. A todos ellos les estamos enormemente agradecidos. El email con la noticia de que ya estaban los papeles llegó el miércoles, y la mala suerte ha sido que hoy jueves es fiesta nacional, el aniversario de la revolución, y el ministerio cierra hasta el domingo (viernes y sábado es el fin de semana oficial), así que toca esperar un poco más.

El viernes anterior hicimos una excursión andando que resultó muy interesante. Salimos del templo de Medinet Habu hacia el sur. Pasamos por los muros de adobe de Malqata, el nombre con el que se conoce hoy el palacio de Amenhotep III, y por los montículos de tierra que se levantaron junto al lago artificial asociado al palacio, conocido como Birqet Habu. No hacía mucho calor y el paseo por el desierto resultaba agradable. Tutu nos acompañaba sin correa, dando saltos y correteando de un lado a otro. Se juntó con dos manadas de perros callejeros (aunque sin calles) y no pasó nada, volvió; se metió en un charco de barro, y tampoco pasó nada. Nuestro destino final era el templo dedicado a la diosa Isis, de época romana, conocido como Deir el-Shelwit. Es un templo pequeño, pero muy bien conservado y, a pesar de que todavía no se han limpiado y restaurado las paredes, se puede apreciar la policromía, sobre todo en los vestidos de los monarcas y de las divinidades. El regreso lo hicimos, para variar, por los campos de cultivo.

El broche de oro a la jornada de descanso fue la primera paella de la temporada. Despejamos un espacio en nuestro pequeño jardín y encendimos un fuego con leña de ramas de palmera que recogimos el día anterior en un solar vacío delante de la casa. La paella quedó buenísima, perfecta, un buen comienzo de temporada y una buena forma de celebrar el cumpleaños de José Miguel, que lleva ya 23 años celebrándolo en la necrópolis Tebana. Por muchos años! Kulu sana ua anta tayib!!!