Hoy ha sido el último día de excavación. Jueves, día de paga, hemos despedido a unos veinte trabajadores, para quedarnos para los últimos tres días con sólo veinticinco. El yacimiento se ya quedando más tranquilo, más silencioso, pero, por otro lado, da gusto verlo ahora, después de todo el trabajo de musealización que hemos llevado a cabo esta campaña. Tanto el conjunto del yacimiento, como las tumbas por dentro han quedado espectaculares. Y no es porque sean “nuestras” tumbas o “nuestro” yacimiento (uno se encariña y tiende a pensar que lo suyo es lo más bonito o lo mejor), es que creo que tanto esfuerzo, tanto cuidado por el detalle, se acaba notando. Y lo bonito es que es un trabajo en equipo, entre excavadores, restauradores, arquitectos, fotógrafos… todos han aportado su granito de arena. Este año hemos tenido a cuatro restauradores españoles y tres egipcios, y Nacho ha currado sin parar para rematar todo lo que tenía que ver con el metal, con la instalación eléctrica, la iluminación y la instalación de los paneles solares. Todo queda listo para inaugurar y abrir las tumbas al público el mes de febrero que viene, cuando el proyecto cumpla 22 años.
Cuando las tumbas se abran al público (in-sha-alá), seguiremos con la excavación del exterior, lo que constituirá un atractivo más para los visitantes. Y nos queda mucho por excavar. En la zona de Laura tenemos el brocal de dos pozos funerarios esperando ser excavados. En uno de ellos ya hemos descendido casi dos metros y paramos ayer para no correr el riesgo de tener que acelerar la excavación en los últimos días, precisamente cuando habría que ir más despacio. También en su área de excavación, los adobes caídos con cerámica del Segundo Periodo Intermedio parecen estar indicando que estamos ya muy cerca de la ceja en la roca que marcaría el dintel de entrada a una tumba del Reino Medio.
La zona que excavan Angie y David es de las más prometedoras, y así lo indica la coloración y textura del terreno, que refleja que se ha alterado muy poco en época reciente. Con frecuencia, en la excavación ocurre lo contrario de lo que te esperas, pero esta vez los indicios auguran sorpresas. De cualquier forma, tal y como avanzan las excavaciones, lo que no cabe discusión es que estamos modificando el paisaje de la necrópolis, o mejor dicho, estamos recuperando cómo habría sido la imagen de la necrópolis en torno al año 1450 a. C. Es como si hubiéramos abierto una ventana que nos permitiera ver parte (ciertamente algo distorsionada) de la sociedad, la cultura, la religión de la sociedad de la antigua Tebas desde el año 2000 a. C. hasta época romana. Eso es el verdadero logro.