24 enero 2025

Los viernes permiten que disfrutemos más de la casa y de sus alrededores. Tenemos un canal delante y otro detrás, y nos rodean campos de cultivo de distintas tonalidades de verde, que consiguen una composición muy equilibrada y relajante. Junto a la casa hay una plantación de plataneros y alguna que otra palmera datilera. Ahora estamos más inmersos en la vida rural, de carros tirados por burro, hombres encorvados trabajando los campos, mujeres cargando bultos sobre sus cabezas, niños y niñas por todos sitios, mugidos de vaca y llamadas a la oración.

Después del desayuno, un pequeño grupo nos hemos marchado a visitar el templo de Medinet Habu. Nos hemos apresurado a ver primero la famosa batalla naval entre el ejército de Ramsés III y los Pueblos del Mar, la cual, al estar tallada en el muro exterior del templo, solo recibe directamente la luz del sol a primera hora de la mañana. Antes de pasar al interior, nos detuvimos en un panel en el que aparece el dios Tot ejerciendo de escriba, mientras la diosa Seshat se ocupa de los cálculos numéricos, en este caso de anotar los miles de millones de años que le auguran al rey.

En algunos rincones del interior la policromía se conserva de forma espectacular. Las paredes narran distintos conflictos bélicos con los Pueblos del Mar, en los que el rey y su tropa exhiben su superioridad, y los enemigos se descomponen en masas amorfas de cuerpos que están siendo agujereados por flechas o mutilados a golpe de cimitarra. Otras paredes describen con imágenes rituales importantes en los que se saca en volandas a una estatua del dios Amón-Ra, o se representan a distintas divinidades que, a cambio de una ofrenda, le premian al rey con la vida eterna y la energía necesaria para mantener su estatus de monarca.

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