Este viernes ha tocado visita al Valle de los Reyes y a las tumbas de los nobles en la colina de Sheikh Abd el-Qurna. El contraste se hace todavía más evidente cuando visitas los dos sitios en una misma mañana. Mientras las tumbas de los faraones se decoran con escenas del inframundo, describiendo los obstáculos que el difunto ha de superar, las tumbas de los miembros de la elite de la administración de la antigua Tebas muestran detalles de la vida cotidiana, escenas de agricultura, de los distintos talleres donde se elaboraban objetos de metal, estatuas de madera, etc. Las tumbas de los reyes muestran a las divinidades que ayudarán al difunto a conseguir la vida eterna en el más allá y contienen los textos mágicos necesarios, pero también describen los peligros y a los enemigos que pretenden evitar que esto ocurra. Las tumbas de los nobles nos presentan a la familia del propietario y nos ofrecen información sobre sus responsabilidades en la administración, pero también representan su ideal de cortejo fúnebre y rituales funerarios que esperaban que se realizaran en el día del entierro.
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A orillas del río Nilo.
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Tren de transporte de caña de azúcar.
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Secando pimientos entre el Ferry y los colosos de Memnón.
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Detalle de la tumba de Ramsés VI.
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Detalle de la madre del visir Ramose, con una peluca que ya se había pasado de moda.
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Equipo de escriba debajo de la silla de Mena: una paleta de escriba, con tinta negra y roja y la ranura para pinceles, junto a una cesta que contendría uno o más papiros.
A las tres quedamos todos para comer en el patio del Marsam. Ya la mesa va adquiriendo las dimensiones normales para el equipo del proyecto, pues hoy nos sentamos veinte. Y por si no hubiéramos tenido suficiente, después de comer algunos nos fuimos paseando al templo de Medinet Habu, que ofrece, como sin querer, uno de los mejores atardeceres de Egipto.