24 enero 2007

El trabajo en la excavación sigue su curso. Ya está todo y todos más o menos en su sitio. Tenemos abiertos seis de los siete frentes proyectados para esta campaña: (1) José Miguel excava en la capilla de Djehuty con Yuma; (2) Sayed trabaja en el anexo de la tumba de Djehuty, una vez cerrado el agujero por el que caían escombros dentro en cuanto se excavaba un poco; (3) Carlos y Juan analizan y perfilan el suelo del patio de Djehuty; (4) Ibrahim excava en uno de los pozos funerarios que se abren frente a la tumba de Hery, y (5) Kamal excava en el otro pozo; (6) por encima de las fachadas de las tumbas, Mohamed y Talat van descendiendo en busca de algún tipo de superestructura (¿una pirámide?) que corone la entrada a la tumba intermedia.

A estos “puntos calientes” hay que sumarles, por supuesto, el trabajo de Andrés con los fragmentos de relieve encontrados en campañas anteriores; el estudio de la cerámica por parte de María José y Elena; la restauración a cargo de Pía y Ahmed; y el estudio e inventario de materiales a manos de Parra y Curro.

Todo parece marchar a buen ritmo, “la maquinaria” bien engrasada. La semana que viene se unirán al grupo Salima Ikram y Roxy Walker. Más tarde, hacia el final de la campaña, vendrá Sergio. Tenemos contratados a cuarenta trabajadores y en un par de días añadiremos cinco más.

En la excavación de arriba, en una esquina del patio de entrada a una tumba ubicada más alta en la colina, hemos hallado una pareja de uraeus de madera pintada, uno tocado con la corona blanca del Alto Egipto y el otro con la roja del Bajo Egipto. Los dos tienen una larga pestaña para encajarse, tal vez, en un mueble también de madera. Junto a ellos, había un plato pequeño entero y un ramillete de flores en buen estado. En el área del patio, delimitado por muros de adobe, encontramos también un cono funerario del portador del abanico Mainhekau. Con este ya son dieciséis los que hemos hallado con esta impronta en las campañas del proyecto.

En los dos pozos funerarios que estamos excavando se desciende bastante rápido, pues a penas sale material. Descendemos aproximadamente un metro al día, y en los dos ya nos encontramos a cuatro metros por debajo del suelo. En uno de ellos, el que excava Kamal, que es el de aspecto más pobre y tosco, ya hemos alcanzado dos cámaras funerarias. Se abren en los lados estrechos del pozo, hacia el este y el oeste. Parecen haber sido intensamente saqueadas, pero mañana podremos conocer los detalles.

Todas las tardes, después de una relajada sobremesa en el patio del Marsam, a eso de las cinco, cada uno trabaja en el ordenador, procesando la información de la mañana. El tiempo pasa volando y la hora de la cena, a las nueve, siempre nos pilla en mitad de una faena, de una discusión, actualizando la página web… Los días son intensos de principio a fin. Hay que aprovechar al cien por cien.