23 febrero 2019

Hoy se ha dado el pistoletazo de cierre y, aunque hemos seguido trabajando en distintos frentes, se ha empezado a recoger siguiendo el estilo que le gusta al rais Ali, es decir, a toda máquina. Pero el día había amanecido una hora antes. A las seis menos cuarto ya estábamos en el yacimiento Angie, David, Joan, Javier y el mudir, para hacer fotogrametría de la parte que hemos excavado este año. Para ello, alquilamos los servicios de la misma camioneta del año pasado, cuya función cotidiana es cambiar las bombillas de las farolas de la carretera. Un años después, sigue estando igual de destartalada y produciendo el mimo congojo cuando el operario empieza a darle a una especie de tornillo oxidado y chirriante para izar el brazo dela grúa. Cada poco, el brazo se detiene bruscamente y hace temblar toda la camioneta, cuyos anclajes no llegan a apoyar sobre el suelo y se apean sobre dos bloques de piedra. Mientras tragas un poco de saliva, Mohamed ni se ha inmutado, y el pitillo medio apagado que le cuelga de la boca tampoco ha sentido el vaivén. La caja que compartimos en las alturas está despintada y roñosa, pero al poco tiempo consigue que te sientas casi como Akhenaton y Nefertiti asomados a la “ventana de las apariciones” de su palacio en el-Amarna, en nuestro caso contemplando desde las alturas la parte central de la colina de Dra Abu el-Naga, con el espléndido patio de entrada a la tumba de Djehuty, rodeado por pozos y capillas de adobe de la dinastía anterior. El yacimiento se ve precioso y las estructuras de adobe incluso consiguen cautivarte. Y qué decir del jardín a la entrada de la gran tumba de la dinastía XII. En fin, una vez más un cierre de campaña redondo.

Para las fotos de fin de campaña y, sobre todo, para la fotogrametría era muy importante tener al menos una hora de luz, pero sin que hubiera sombras que “ensuciaran” la zona, ocultando parte del terreno. Por eso hemos madrugado tanto. Al final, en tan sólo una hora, de seis a siete, conseguimos hacer 2600 fotografías. La verdad es que ver amanecer en el yacimiento (por un día, claro) es una experiencia muy bonita, y verlo desde arriba todavía más. Lo hemos disfrutado un montón. A las siete se incorporó el resto del equipo y, mientras Alí y sus muchachos empezaban a cerrar pozos y entradas a tumbas y a llevar material a los almacenes, nosotros tratábamos de exprimir al máximo el último día de trabajo real.

Lucía estuvo juntando y pegando fragmentos del octavo cartonaje de la dinastía XXII. En este caso se trata de un blanco, que quedó sin pintar, y precisamente por ello es bastante original. Al fondo de la tumba de Djehuty, Carmen y Dani estuvieron trazando los últimos contornos de los relieves e inscripciones de las paredes. En el exterior, Carlos dibujaba un dibujo “clásico” de la capilla de Laura. Y en la jaima grande, mientras Angie y David terminaban de hacer las últimas fichas de los materiales hallados en sus respectivos pozos, María no daba tregua a las cerámicas. En fin, un día bastante frenético y, a la vez, muy emotivo. El cansancio se hace notar y todos tenemos los sentimientos a flor de piel. En estos momentos es importante mantener la calma y tratar de llevar un orden para que no se entorpezcan las distintas tareas que inevitablemente hay que realizar al