Esta mañana ha venido a buscarnos el rais Ali al hotel sobre las ocho de la mañana, para irnos de excursión al valle de las princesas sirias de Tutmosis III, el Wadi Gabbanat el-Qurud. Fuimos en camioneta hasta pasado Malqata, donde recogimos a uno de los guardas de la zona, para luego torcer hacia la montaña hasta la entrada al wadi. Desde allí seguimos a pie siguiendo el cauce de la torrentera hasta el fondo del todo, hasta el del farallón. El lugar es sobrecogedor, impresionante. A media altura de la pared, a casi veinte metros de altura, se abrió una oquedad y se talló una tumba donde fueron enterradas tres princesas sirias que llegaron a Egipto para convertirse en esposas del rey Tutmosis III. El impresionante ajuar que se descubrió en la tumba se encuentra hoy en el museo Metropolitan de Nueva York.
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Camino de la tumba de las princesas sirias.
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La entrada a la tumba se abre a mitad de la pared.
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Vista del Wadi Gabbanat el-Qurud.
De regreso, nos desviamos por otro wadi, conocido como Siket Taqet Zaid, donde se talló, también a mitad de pared, inaccesible sin ayuda, la tumba de la hija de Hatshepsut y Tumosis II, Neferura. Por fin, alcanzamos al fondo del wadi la tumba que Hatshepsut comenzó a construirse antes de ser coronada rey del Alto y Bajo Egipto (en ese momento abandonó su construcción y comenzó a hacerse otra en el Valle de los Reyes). Las tres son muy similares en el contexto geográfico, ubicación y diseño exterior y en la orientación hacia el oeste. De regreso, el “gafir” nos llevó por las colinas siguiendo unos muy poco transitados, en dirección a un monasterio y cementerio copto que hay en medio del desierto, donde nos estaba esperando Ali con el coche para regresar al hotel.
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Entrada a la tumba de la hija de Hatshepsut, Neferura.
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Salima y Angie al fondo del Wadi Siket Taqet Zaid.
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Tumba de la reina consorte Hatshepsut antes de su coronación.
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Al pie de la primera tumba de Hatshepsut.
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El recorrido de hoy en el GPS de Curro.
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Comida en la terraza del Marsam.
Ha sido un paseo memorable. Y como colofón, preparamos en la terraza del Marsam una comida ligera con sabor español: queso de Asturias, chorizo y cecina de león, con chorrito de aceite de oliva. De acompañamiento una ensalada de tomate de los de verdad y de postre fresas y pasteles egipcios. La temperatura perfecta para prolongar la sobremesa hasta el atardecer con una shisha de manzana… Por muchas razones, tenemos una suerte enorme de estar aquí.