Ha llegado el día de cerrar la excavación. Se terminó la octava campaña. Todos estamos cansados, pero ahora nos embarga una cierta tristeza y nostalgia. Estas seis semanas han pasado volando, y ahora que toca redactar (a toda prisa y hasta las tantas de la noche) el informe preliminar para el Servicio de Antigüedades nos damos cuenta de todo lo que hemos hecho, de todo lo que ha ocurrido: la restauración de la Dama Blanca, la restauración del ataúd de Iqer, el comienzo de la restauración de las paredes de la capilla de Djehuty, el montaje del juego del senet, la excavación de la tumba de la dinastía XI en el patio de Djehuty, la excavación de su cámara funeraria, la excavación de la sala transversal de la tumba –399–… trabajos de epigrafía, cerámica, huesos, etc.
Recogerlo todo es todos los años una tarea pesada y compleja, pero este año ha sido algo más fácil debido a que ahora tenemos más espacio disponible para guardas cosas, tanto dentro de la tumba –399– con en el nuevo “almacén” que hemos habilitado en el lugar de una de las casas derruidas. A media mañana, Pía y el mudir han ido al almacén del Servicio de Antigüedades para llevar algunos de los objetos hallados en la presente campaña y para embalar las veinte piezas que irán a la exposición que se inaugurará en el Museo de El Cairo el día 6 de abril.
Cerramos las tumbas sobre la una de la tarde, candamos las cancelas de hierro, se colocó el sello del Servicio de Antigüedades y se tapiaron con piedras y cemento. El mudir fue al “taftish” a entregar al jefe del West Bank el informe preliminar y luego nos reunimos todos sobre las tres de la tarde en la cafetería junto al Rameseum. Además de los del equipo español, el rais Alí y Hekmat, se unieron seis de los trabajadores más próximos a nosotros, Kamal, Salem, Yuma, Sayed, Nadjar y Taalat. Como en las despedidas emotivas, se mezclaron risas y alegrías con tristezas.
Para el año que viene todavía nos quedan por excavar dos pozos en la tumba de Djehuty. Tenemos también que solucionar el problema de la caída de escombros dentro de la tumba de Hery para, después, poder excavar su cámara más interna. Y ahora que está limpio el territorio que hemos ganado hacia el suroeste, podremos comenzar a excavar al otro lado del muro del patio de Djehuty. Prepararemos un plano con las zonas de actuación y listas de tareas para cada uno, pero sin duda surgirán sorpresas. Y eso es lo bonito de la arqueología (y de otras muchas cosas), el factor sorpresa, lo imprevisible. ¡Os esperamos el año que viene!