Cada uno de nosotros ya tiene su tarea perfectamente asumida y el trabajo avanza a muy buen ritmo. Una vez más, lo más llamativo de la excavación es ver la cantidad de trabajos que se realizan a la vez, restauración, epigrafía, cerámica, excavación, estudio e inventario de materiales, etc. Hoy ha sido el primer día de trabajo de María José en el yacimiento y rápidamente se ha puesto manos a la obra con Mohamed, quien está consiguiendo juntar los fragmentos y recomponer los cuatro vasos canopos que hayamos, rotos en pedazos, dentro de la antecámara del pozo funerario de Djehuty. En la jaima grande, mientras Elena sigue dibujando cerámica, Curro esta haciendo fichas de conos funerarios hallados en años anteriores y Parra inventaría los hallazgos de este año.
Pía alterna el re-ensamblaje de las tablas del ataúd de Iqer, con la recomposición de la segunda inscripción autobiográfica de Djehuty en la sala transversal. Para ello, previamente Andrés ha ido juntando los fragmentos y hallando su ubicación exacta en la pared. Mientras a la entrada Miguel trabaja en la consolidación de los fragmentos de la cámara pintada, al fondo del todo, Nieves, Khaled y Ahmed siguen de cara a la pared limpiando las concreciones de barro y consolidando los restos de policromía.
La excavación sigue a buen ritmo en todos los frentes. Como en el nuevo sector al estar en niveles superficiales, no sale mucho material, Angie está pluriempleada ayudando a Joan a topografiar la gran galería que se abre por encima de las tumbas. A las tres de la tarde estamos todos ya agotados. Pero por si hubiéramos tenido poco, hoy nos hemos liado la manta a la cabeza y hemos quedado con los trabajadores en jugar un partido de futbol España–Egipto. El año pasado nos ganaron ellos 5–4, así que el partido huele a revancha… Nos falta una de nuestras estrella, Miguel Escondrillas (que llegará el 5 de febrero), y sin duda se notará su ausencia, pero esperemos que no sea dramática. Hemos quedado a las 6 junto al ferry, en el campo de hierba con focos… El liante ha sido Sergio, así que él tendrá que sacarnos del apuro.
Noticia de última hora: España ha ganado a Egipto 4–5 y ha conseguido tomarse la revancha (pues el año pasado palmamos 5–4). A pesar de que el árbitro iba claramente con Egipto (casualmente era uno de ellos) y jugábamos de nuevo en campo contrario, hemos conseguido mantener intacto el prestigio del futbol español. Empezamos ganando 2–0, cuando el árbitro les regaló un gol inexistente. En ese momento nos acordamos del árbitro egipcio que pitó contra España en el mundial de Corea… Conseguimos el 3–1, pero inexplicablemente ellos consiguieron superarnos y ponerse 3–4. Ahí fue cuando salió esa furia española de la que tanto se habla y que tan pocas se deja ver, como las meigas, y marcamos el 4–4. Minutos después, casi al final del partido, cayó el 5–4. Cuando ya cantábamos victoria y habíamos superado el tiempo reglamentario, el árbitro pitó un penalti fantasma en nuestro área…
El público saltó al terreno de juego para abuchear al árbitro, pero éste no se amilanó e insistió en que el penalti tenía que tirarse. El encargado de tirarlo fue, no por casualidad, el rais Ali, irreconocible sin su galabeya, turbante y bastón, pero que había demostrado cierta habilidad con el balón, además de algo de teatro. Todos nos agolpamos alrededor del área temiendo un fatal desenlace. Alí colocó el balón en el punto de penalti y, muy seguro de sí mismo, dio unos pasos hacia atrás, hizo un gesto de engaño con las cejas, corrió y disparó. Pero bajo los palos estaba el inmenso aunque poco conocido (hasta ahora) Pito Latova, que, conservando la calma, mantuvo la compostura y, con sencillez y eficacia detuvo el balón con seguridad y aplomo para delirio de la hinchada española. ¡Increible! ¡Una victoria merecida! La defensa había sido una muralla inexpugnable, la media luchó todos los balones y la delantera, aunque algo ya mayorcita, aprovechó las ocasiones… Ahora en serio: el buen ambiente y la camaradería son indispensables para trabajar a gusto y rendir. Mañana arriba a las 6 y en el tajo todos, egipcios y españoles, a las siete.