22 enero 2004

Trabajo de campo

Antes de resumir el día de hoy, contaré una anécdota de la noche de ayer. Como todas o casi todas las noches, estábamos en el comedor del Marsam disfrutando de una sopa calentita como primer plato de la cena. Tras dos cucharadas, Gemma comenzó a investigar entre los tropezones de verdura que flotaban sobre un líquido a veces rojizo, a veces amarillento. “Esta sopa tiene bichos”, dijo con voz suave. Los demás interrumpimos nuestras conversaciones y dirigimos la mirada hacia nuestros respectivos platos. “Vaya, pues sí, estas cosillas negras parece que tienen cabecita y cuatro patas” -señaló alguien–. Ante la posibilidad de que pudiera ser pimienta o alguna especia exótica, cada uno comenzó su investigación particular. Cambiamos impresiones y pareció haber consenso. Marga llamó al encargado de la cocina. “Es pimienta negra” –se defendió–. “Pues tiene patas” –respondimos al unísono–. “Es una especia típica de aquí que con el calor de la sopa se abre y parece que tiene patas, pero no” –argumentó el cocinero a la desesperada–. Montse, firme candidata al C.S.I., trajo una lupa “cuenta hilos “que se utiliza en restauración. La investigación científica es dura de digerir y cocinero y encargado tuvieron que admitir las evidencias. Marga les acompañó de vuelta a la cocina, para buscar el cuerpo del delito. ¡Cielos! Al abrir por la mitad una coliflor descubrieron una colonia de bichitos que parecía una de las nuevas urbanizaciones al norte de Madrid.

Bueno, todo esto ocurría entre chistes y risas en la mesa. Recogimos los platos y asunto terminado. Pero lo mejor fue cuando Mohamed, el chico que nos sirve la comida y la cena me miró y me dijo: “sois muy inteligentes”. “¿Por qué?, ¿por tener ahora más bichos que antes en nuestro cuerpo?” –le respondí–. “No. Porque los alemanes, los belgas y los italianos se la han comido toda y no los han visto”.

A la mañana siguiente, todos nos encontrábamos más o menos sanos. Sin embargo, el día estaba malhumorado, grisáceo y ventoso. A media mañana incluso chispeó un poco. Oscar dirigió el comienzo de la excavación en el patio de la tumba de Hery y, como los más veteranos ya le habíamos avisado, la zona demostró ser tremendamente fértil en objetos. Al poco tiempo, había salido a la luz un fragmento de sarcófago de madera policromada de época tardía, un depósito de ushebtis y una vasija casi completa.

Mientras tanto, en la zona que supervisaba Gemma, aparecieron varios fragmentos de inscripción con los signos jeroglíficos coloreados en azul, muy probablemente provenientes del interior de la tumba de Djehuty.

Trabajo de gabinete

Durante la media hora de descanso que tienen los obreros a las diez de la mañana, José Miguel y José Manuel se adentraron entre las casas del poblado de Dra Abu el-Naga, seguidos por Carlos Spottorno. Utilizando las referencias del diario de Spiegelberg (que comentamos ayer), buscábamos la tumba de Nebamon, que tenía unas interesantes pinturas y que hoy está perdida. Nos subimos a unas peñas, desde las que podíamos otear los patios abiertos de las casas. Cada casa se levanta delante de una tumba. ¡Impresionante! No es lo mismo intuirlo que verlo. Acabamos dudando entre dos de ellas. Entonces, un chico joven del poblado nos invitó a pasar a su casa, diciéndonos que en la parte de atrás se abría un pasadizo de varios kilómetros y que muy probablemente acabara en el Valle de los Reyes. Aceptamos y, sin dudarlo, los tres le seguimos y nos adentramos en una oscura y profunda galería. Como no llevábamos linternas, nos detuvimos donde la luz que llevaba el chico alcanzó. La cosa promete ser interesante, por lo que le pedimos que nos dejase volver el próximo sábado.

Una hora después recibimos la visita de Francesco Tiradritti y varios miembros de su misión, entre los que se encuentra Miguel Ángel Molinero. El “moudir” les hizo de guía por las tumbas. Aunque no son tan grandes como la tumba de Harwa que ellos excavan, las inscripciones, la calidad de nuestros relieves y de los objetos que hallamos excavando en el exterior, así como la importancia de la época (1500 a. C.) dentro de la historia antigua de Egipto, hacen que nuestro proyecto sea de gran interés e importancia, y así lo reconocieron.

Hoy es jueves. A la una, cuando terminó el trabajo, se pagó a los obreros. Mañana, día de fiesta.

Vida cotidiana