A primera hora de la mañana nos hemos empleado a fondo en documentar la estructura de adobe con fotogrametría y con el escáner láser. La idea era hacerlo antes de que irrumpieran los rayos de sol y los contrastes entre luz y sombra fueran demasiado bruscos. La estructura parece haber tenido dos momentos de uso. Primero en torno al año 1600 a. C. y luego a finales del siglo VI a. C. Los muros construidos en esos dos momentos se solapan en parte, habiendo entre ambos un nivel de abandono, es decir, un relleno de piedras de pequeño tamaño y tierra de color blanquecino. Los muros de la primera construcción son más gruesos, estuvieron enlucidos por ambas caras y los adobes empleados son algo más grandes que los empleados en los muros más modernos. Todavía no tenemos muy claro el uso que se le dio a la estructura, ni en un momento, ni en otro. El primer uso pudo ser como capilla de ofrendas, pero lo que se conserva de la planta no permite estar cien por cien seguro, y la cultura material asociada tampoco ayuda.
Jesús y Javier han montado un set para explicar, con casos de la excavación, cómo se realizaba la momificación de un cuerpo y, sobre todo, como se extraía el cerebro del cráneo. Se hacía mediante un gancho, por una de las fosas nasales. El cráneo es fundamentalmente agua y, por tanto, en un cuerpo inerte, al deshidratarse encoge y acaba fragmentándose. Los egipcios no le daban mayor importancia al cerebro y por eso formaba parte de la evisceración rutinaria del cuerpo del difunto. Y es que lo que hoy sabemos que reside en el cerebro, como las emociones, las intenciones, la inteligencia, etc., los antiguos egipcios lo ubicaban en el corazón. Por eso en el juicio final se colocaba en un plato de la balanza el corazón y no el cerebro. Este tema nos interesa, porque uno de nuestros cráneos conserva casi completo y en muy buen estado el cerebro del individuo.
El calor hoy se ha vuelto a hacer notar. Incluso el propio rais ha tenido un bajón y se ha tenido que echar a la sombra, sobre las esteras de la jaima de cerámica. En el área que excava Ana ha aparecido un fragmento de parte de una inscripción en alto relieve, procedente de la tumba de Djehuty. Los signos que se leen son parte de su título “supervisor del Tesoro”, y el fragmento probablemente provenga de la pared izquierda del pasillo. José Miguel ya encontró otro fragmento de inscripción en relieve, pero en este caso probablemente haya que ubicarlo en la segunda inscripción biográfica en la sala transversal de la tumba de Djehuty.