21 febrero 2008

Como era costumbre en la dinastía XI, la época en que vivió Iqer, los difuntos se depositaban dentro de los ataúdes de lado. El ataúd luego se colocaba de tal forma que el difunto estuviera mirando hacia afuera, en la medida de los posible hacia la salida del sol. Cuando levantamos la tapa Iqer yacía sobre su hombro derecho. La cabeza tenía una máscara de momia hecha de cartonaje y pintada. Sobre el costado se habían colocado dos grandes arcos y tres bastones.

En época antigua, en el Mediterráneo oriental y, en concreto, en Egipto, el arco tenía unas connotaciones muy específicas, vinculadas a la guerra y a la caza. El tiro con arco era la actividad que destacaba a los nobles de los demás hombres y entre ellos. El rey Tutmosis III, según cuenta una inscripción, realizaba demostraciones de tiro con arco desde su carro de caballos, y su hijo Amenhotep II afirma superar a su padre en estos lances, consiguiendo que sus flechas atravesaran de un lado a otro dianas de metal. Años después sería el tantas veces cantado Odiseo quien demostrara en Itaca su destreza en el manejo del arco frente a los príncipes pretendientes de su madre Penélope. Mucho antes que todos ellos, nuestro excelente Iqer se sentía unido a su arco y sus flechas y quiso enterrarse como arquero para que le identificaran como un noble aguerrido para toda la eternidad.

Fotografiamos el interior del ataúd en varias sesiones, sacando detalles de las cuerdas anudadas en los extremos del arco, de collar pintado sobre el cartonaje, etc. El cartonaje y la momia de Iqer se encuentran en bastante mal estado, pues por ellos ha pasado el agua y las voraces termitas. Por ello, decidimos documentar todo muy bien, sin tocar nada, y posponer la excavación del interior del ataúd para el año que viene, para hacerlo con calma y cuidado. Intentaremos, además, radiografiar a la momia dentro de la caja para evitar que se descoloquen los huesos. Por otro lado, Pía ha continuado limpiando y consolidando el exterior hasta el último día. Al final, hemos envuelto el ataúd en un papel especial y los hemos asegurado para que no sufra daños durante este año de paréntesis.

Hoy tocaba recogida general y, a medio día, hemos cerrado las tumbas. Hasta el año que viene. Ha sido una campaña intensa, llena de fantásticas sorpresas. La próxima campaña, la octava, también promete emociones intensas y respuestas a importantes cuestiones planteadas en la excavación. El principal objetivo será, sin duda, la excavación de la cámara funeraria de Djehuty que descubrimos al fondo del pozo de más de ocho metros de profundidad. Djehuty nos espera.