El yacimiento ya está en plena actividad. Hemos contratado a menos trabajadores que en años anteriores, por ahora unos cincuenta, porque tenemos un par de zonas menos de excavación y las que están en marcha son más definidas, son pozos, pero aún así hay un constante movimiento de gente moviéndose de un lado a otro. Incluso cuando no pasa nada especial, se percibe una emoción difícilmente descriptible y se siente una energía especial, como una alegría tonta que no sabes muy bien de dónde viene. Ese es un poco, creo yo, el magnetismo de la arqueología. Tal vez sea por el trabajo en equipo y por la expectación que se genera, el día a día se vive con una emoción especial. Entre españoles y egipcios va creciendo el buen ambiente, y todo hace pensar que algo bueno va a ocurrir.
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Los camellos del Marsam pasan el día junto a nuestra versión del jardín de la dinastía XII.
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David y Ana trabajan con los materiales y toman notas junto a la boca del pozo que excavan.
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Angie concentrada en documentar minuciosamente la excavación de su pozo.
Algunos amigos bromean diciendo que, cuando iniciamos una campaña, ya sabemos lo que vamos a encontrar, como si lo tuviéramos ya listo para ser desenterrado. Sin embargo, nada más lejano a la realidad. Al menos nuestro yacimiento es, en gran medida, impredecible, sobre todo porque la mayoría de las veces vamos siguiéndole los pasos a los saqueadores de época antigua, excavando las tumbas que ellos ya visitaron y recogiendo lo que ellos despreciaron o no vieron al hacer su trabajo demasiado rápido y, en muchos casos, con poca luz. En esas circunstancias, predecir los hallazgos tiene pocas probabilidades de acierto; ni siquiera es fácil predecir cuáles son las zonas con mayor potencial. En realidad, nuestro planteamiento es seguir la excavación de forma metódica, documentando la historia de la necrópolis, las huellas de los que pasaron por aquí con distintos propósitos, incluidos los saqueadores, es decir, tatar de reconstruir la historia social y cultural de una parte de la antigua Tebas.
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En el pozo que supervisa Angie ya se ha llegado a la cámara sepulcral.
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Shabti de Tutuya con una flor de cardo junto a la cabeza.
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Fragmento probablemente de un ataúd de la dinastía XVII, con un texto escrito en jeroglífico sobre estuco.
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Pía limpia las sandalias de cuero halladas hace dos días en el sector de Laura y José Miguel.
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Nacho ensaya el montaje de la réplica del jardín sobre la estructura de metal que ha construido.
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La tumba de Djehuty disfruta de un jardín aunque sólo haya sido por unos minutos y sea una réplica.
Tampoco se trata de engañarnos a nosotros mismos, pues a nadie le amarga un dulce, y si encontramos algo atractivo, “¡welcome!” Pero ese no es el objetivo. Más vale que no lo sea, porque basta que busques algo, para que no lo encuentres, y cuanto más te obcecas, más te alejas. Creo que la opción más acertada es tener claro el camino y seguir por él, y si estás atento surgirán oportunidades y posibilidades, y si sabes aprovecharlas superarán con creces las expectativas con las que iniciaste el viaje. Eso es lo que dicen que le ocurrió a tres príncipes persas, del país de Serendip… pero eso ya es otra historia.