El equipo va creciendo día a día. Ayer noche llegaron José Miguel y Cisco y, como consecuencia, hemos ampliado también el número de trabajadores, que ya suman ciento veinte. Cisco ha retomado la excavación de una tumba paralela a la de Hery, cuya entrada todavía permanece enterrada por debajo del patio frente a la tumba de Baki. Se accede a ella a través de una apertura en la pared derecha de la tumba de Hery. La hipótesis que barajamos es que las dos tumbas, junto con la -399- e incluso la de Djehuty, eran originalmente tumbas del Reino Medio que fueron reutilizadas y decoradas casi cuatrocientos años después por los cortesanos de comienzos de la dinastía XVIII, en concreto por altos dignatarios que vivieron y murieron durante los reinados de Ahmose y Amenhotep I, como sabemos que fue el caso de Hery. La tumba que excava ahora Cisco está llena de escombro que cayó a través de una fisura en el techo y que comunica con el suelo de la tumba de Baki. Menos mal que Cisco está ya acostumbrado a excavar en ambientes reducidos, oscuros y polvorientos. Esperemos que sus penurias tengan recompensa.
Por su parte, José Miguel, se ha unido al frente de excavadores que dirigía David, que ahora lo forman nueve grupos. Tenemos todavía mucho derrubio moderno que retirar hasta llegar a un estrato antiguo y más interesante. Por suerte no sale no está saliendo mucho material que nos ralentice el descenso. En el interior de la tumba a la que asociamos el jardín, Carlos ha seguido excavando hacia el interior y hoy ha tenido una sorpresa y un disgusto. La sorpresa ha sido que en el nivel inferior del relleno, formado por arena muy fina de aluvión, han salido a la luz dos vasijas enteras del Reino Medio, es decir, probablemente de los primeros ocupantes de la tumba, contemporáneos del jardín del exterior. El disgusto es que las grietas del techo no tienen nada de buena pinta y si queremos seguir avanzando hacia adentro vamos a tener que pensar en un sistema de entibación que proteja a los excavadores.
Todos los demás frentes han seguido su curso, en restauración, en cerámica, con los cartonajes, con el estudio de las momias de animales… A pesar del calor que a media mañana se hace notar, el ritmo de trabajo se mantiene arriba toda la jornada. Cuando los trabajadores se van a la una y nos quedamos en el yacimiento nosotros hasta las tres, esas dos horas nos ayudan a digerir con algo de tranquilidad lo realizado durante la mañana y poner al día la documentación. Al comenzar la comida a las tres y media de la tarde se disfruta el doble de la ya buena cocina del Marsam, pero, al extenderse la sobremesa hasta las cinco, la tarde se pasa volando entre la base de datos y discusiones de arqueología, el diario y fotos para la web, el Facebook… No es mucho lo que dormimos, pero como al siguiente día vuelve la actividad desde primera hora, las pilas se recargan casi solas.