El último día es siempre un poco desconcertante, pues vamos al yacimiento a terminar de recoger, pero la mayor parte del trabajo las realizan los trabajadores, que se ocupan desmontar las jaimas y meterlas dentro de las tumbas vacías, de asegurar el cerramiento de los pozos y cubrir con papel japonés arena y adobes las estructuras que más frágiles y que conservan más policromía original. Así que al cabo de un rato merodeamos por el yacimiento haciendo tiempo, fijándonos en detalles que con la vorágine de la excavación apenas pudimos hacerlo, y cosas así.
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Vista del yacimiento con las jaimas todavía en pie.
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Sector 10 Sur listo para seguir el año que viene.
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Anubis en la tumba de Hery.
Pía y Suni se volvieron a media mañana al hotel a organizar el material de restauración que guardamos en un almacén que nos prestan y que nos soluciona muchísimos problemas de una campaña para otra. Yo aproveché para dedicarle un par de horas a mirar con detenimiento los relieves de la tumba de Hery, pues en abril tengo un workshop internacional sobre tumbas tebanas y hablaré allí de Hery. Para discutir sobre la posible datación de las grietas que atraviesan el pasillo de la tumba, se me unieron Joan, Carlos, Pito y Curro. La tumba de Hery sufre bastantes daños naturales que los propios escultores reparan con mortero de distintas calidades según la anchura de la grieta. Pero hay grietas que no tienen ninguna reparación, con lo que se puede establecer al menos dos dataciones distintas. Por su parte, Lucía aprovechó los últimos instantes para “jugar” con los fragmentos del Libro de los Muertos de Djehuty, y consiguió unir un trozo más en el último instante.
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El verbo /mes/, “nacer”, con el determinante semántico de una mujer rompiendo aguas. En la tumba de Hery.
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Vista del hotel Winter Palace al atardecer.
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La puerta de entrada se tapia con piedras para mayor seguridad.
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Sellando la puerta de Djehuty… hasta el año que viene.
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Buscando la sombra cuando ya quedan pocos lugares donde resguardarse del intenso sol.
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Djehuty y sus padres iluminados por el sol de la mañana.
A la una de la tarde habíamos cerrado todas las tumbas, sellado el candado y levantado un pequeño murete de piedra delante. Pagamos a los treinta trabajadores que quedaban con nosotros, y comenzó la ronda de abrazos, y deseos de volvernos a ver el año que viene. El tiempo se ha pasado volando, pero, al mismo tiempo, cada día es tan intenso que cuando miras hacia atrás parece que ha pasado mucho más.
Todo ha quedado listo para el año que viene, con algunos frentes en su mejor momento. El pozo que excavaba José Miguel tiene la cámara a la vista que excavaremos nada más llegar. En el corte de Kristian queda ya accesible el nivel donde hallamos las cerámicas completas de la dinastía XIII y el acceso a la gran tumba tallada en la roca. También tenemos a tiro la puerta de entrada a la tumba cuyo patio sacó a la luz David. Todo parece indicar que la campaña que viene estará llena de sorpresas. Os esperamos.