El nuevo cerramiento de la tumba de Djehuty está a punto de concluir, al menos por lo que respecta a esta campaña. El aspecto es magnífico, muy próximo a cómo lo había diseñado Nacho. Ahora parecen anecdóticas las discusiones sobre cómo y cuando ejecutar algunas de las tareas de la obra, sobre cómo solucionar de algunos detalles de la construcción y del diseño, sobre todo con Alí, que siempre tiene las ideas muy claras y es vehemente en sus opiniones. De hecho, echando la vista atrás, el éxito del proyecto creo que ha sido, precisamente, las discusiones entre nosotros, a veces demasiado tensas, sí, pero creo que han servido para darle más vueltas a las cosas, poner en tela de juicio las ideas de partida y argumentar mejor cada postura. La síntesis del conflicto entre tesis y antítesis puede conseguir un resultado mejor que cada proyecto o idea por separado. Nacho puede estar bien contento de lo conseguido, sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias y el tiempo tan limitado.
En la tumba de Hery, Miguel Ángel ha colocado en su sitio prácticamente todos los fragmentos de los que se puede deducir su ubicación. La asistencia de Rifai y de Said ha resultado providencial, pues han demostrado ser trabajadores incansables y, a la vez, muy cuidadosos. Aunque en la pared derecha quedan grandes lagunas que han perdido la decoración, al menos ahora la pared muestra el programa decorativo completo que se diseñó para el monumento funerario de Hery, allá por el año 1500 a. C.
La excavación del patio de las grandes tumbas ha dado un nuevo pasito hacia delante. Ahora se ve muy bien el depósito de cerámica de la dinastía XVII o comienzos de la XVIII, como un agujero o bolsa que rompe un nivel más antiguo, de la dinastía XIII. Saabut ha realizado un minucioso trabajo con el palaustrín y el cepillo. Mientras, Carlos ha seguido excavando con Yasín en el interior de una de las tumbas. La tumba fue reutilizada, al parecer principalmente en la dinastía XXI, y luego saqueada, y como resultado estamos recogiendo bolsas y bolsas de restos humanos desmembrados e interminables vendas de lino. Paradójicamente, el exterior de las tumbas se ha conservado mucho mejor, menos alterado, que el interior, donde los ladrones, antiguos y modernos, han actuado sin miramientos.