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El rais Ali dirigiendo los trabajos de la gran capilla.
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Grandes bolos calizos en lo alto de la colina.
Hoy nos ha visitado uno de los dos directores de las excavaciones egipcias en Dra Abu el-Naga Norte, Mohamed Beebish. Antes, había ido yo a verles a ellos, y he de decir que tienen un yacimiento impresionante, con tumbas de la dinastía XII y XIII, pero también tumbas decoradas de la dinastía XVIII y capillas de adobe de época ramésida. Todo lo que ellos encuentran es para nosotros de vital importancia, pues nos ayuda a comprender mejor lo que nosotros tenemos entre manos. Las capillas de adobe, por ejemplo, son muy distintas unas de otras y, a menudo, son difíciles de datar con precisión. También los pozos funerarios que, al haber sido reutilizados y robados, la cultura material que encuentras dentro es de varias épocas. Se hace necesario el organizar un workshop’ entre los que excavamos en esta zona de la necrópolis para poner en común las dudas y problemas y tratar de ayudarnos unos a otros.
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Vitrina con hallazgos del Proyecto Djehuty en el museo de Luxor.
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Flores y ramos de persea, ostraca y ataúd de Neb expuestos en el museo de Luxor.
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Colección de shabtis y ataúdes blancos hallados por el proyecto y expuestos en el museo de Luxor.
Aunque arriba de la colina no sale mucho material, el aspecto que va adquiriendo la colina es espectacular. Se puede ver cómo era el paisaje antiguo en esta zona de la necrópolis.
Por la tarde, nos hemos acercado al Museo de Luxor. Tras una larga y amigable charla con su director, el Dr. Alaá, nos hemos acercado hasta la vitrina donde tenemos una selección de los objetos más significativos hallados por el Proyecto Djehuty. El ataúd rojo de Iqer sigue llamando la atención como el primer día, aquí bien acompañado de las cerámicas probablemente utilizadas en su funeral. A su lado está el ataúd-rishi de Neb y unos pocos ramos de flores de los cincuenta que hallamos en agujero en el suelo del patio de entrada a la tumba de Djehuty. También llaman la atención los pequeños modelos de ataúd y de momias moldeados en barro o tallados en madera, colocados delante del ataúd blanco de la chica de quince años y del ataúd infantil del mismo estilo, ambos tallados a partir del tronco de un sicomoro, solo decorados con una aguada blanquecina. Esta vitrina, desde luego, es para sentirnos muy orgullosos.