Trabajo de campo
Los ‘artistas’ del adobe han acabado de levantar los muros del patio de la tumba de Djehuty. Ya hoy no se ha excavado, y los distintos trabajos que han llevado a cabo los obreros estaban encaminados a terminar las tareas pendientes en la colina.
Carlos y Juan han topografiado los muros de adobe de los patios de las tumbas. Gemma y José Lull casi han terminado ya de examinar los materiales acumulados. El estudio de materiales parece que empieza a llegar a su fin ante el escaso número de piezas nuevas que salen con las tareas de limpiezay protección que se están acometiendo. Alicia ha ayudado a Montse a terminar de embalar, guardar e inventariar los materiales más delicados. Ana no para de hacer fotos…
Hemos colocado unas trampas especiales para cazar “bichos” dentro de la tumbas y unos papeles insecticidas, recién llegados de España, dentro del sarcófago de madera para protegerlo de posibles plagas, pensando en que irá mañana al almacén del Servicio de Antigüedades y debe llevar las mejores condiciones de conservación.
Vida cotidiana
Trabajo de gabinete
Hoy tenemos la inmensa suerte de tener con nosotros en la excavación a un equipo de rodaje de Informe Semanal. Esta campaña, definitivamente, es redonda. Han estado grabando a los trabajadores y han entrevistado a casi todos los miembros del equipo. Luego, José Manuel les ha introducido en la cámara más profunda de la tumba de Djehuty. Manejarse con la cámara en el poco espacio que hay entre los escombros y el techo no resultó nada fácil. Cuando vino Mohamed el-Bialy, rodamos imágenes del sarcófago de madera. Luego, tras levantar la tapa y ver la momia, aplicaron unos efectos de iluminación muy efectistas que conseguían dar a las imágenes un ambiente especial. Va a resultar un programa espectacular.
Como el permiso que tenían para rodar en la excavación valía sólo por un día, han trabajado de siete de la mañana a cinco de la tarde sin parar. Han rodado un programa con la calidad de National Geographic pero en un solo día y cobrando “otros sueldos”… A las seis, un par de cervecitas en el bar de Mohamed, frente a Medinet Habu, y se olvidan todas las fatigas. El cámara, extenuado, no pudo evitar echarse una cabezadita. Continuamos la conversación a las ocho y media en la terraza del Hotel Marsam, cenando la comida que nunca llegamos a comer; porque nuestros planes de comer a las tres y media un día más no se cumplieron. La noche estaba apacible y la luna parecía que estaba puesta ahí para iluminarnos la velada.