18 enero 2004

Trabajo de campo

El día de hoy ha sido bastante tranquilo. Hemos asumido sin problemas la incorporación de quince nuevos obreros y el trabajo ha discurrido sin incidencias, ni sobresaltos. Hemos encontrado un cono funerario de una mujer llamada Ahmose, que fue supervisora de los sirvientes y de las (mujeres) nobles. En las dos campañas anteriores encontramos ocho como éstos. Por otros conos de ella sabemos que su madre se llamaba Ahhotep y que también fue supervisora de los sirvientes.

Cuando un par de nuestros trabajadores, Taalat y Raya, estaban cavando los agujeros para colocar los postes de la nueva alambrada, encontraron una cerámica de engobe rojo casi completa y un pequeño ushebti (sin inscripción).

En una de las jaimas, Montse ha estado enseñando a Ahmed cómo tratar el lino; y luego él y Mohamed, uno de los hermanos de Alí que también trabaja con nosotros este año, han estado recomponiendo con cierto éxito piezas de cerámica fragmentadas, preparando el trabajo para cuando venga María José dentro de unos días. Junto a ellos, Curro ha estado seleccionando el material hallado ayer en la excavación. Y en las profundidades de la tumba de Hery, Ana ha seguido sacando fotos.

Trabajo de gabinete

Hoy hemos acabado a la dos y media y, en vez de irnos a comer al Marsam, nos hemos dirigido a Asasif, a visitar la tumba de Harwa. Tiradritti y Miguel Ángel Molinero nos estaban esperando a la entrada. Se trata de una enorme tumba de la dinastía XXVI, poco después del año 700 a. C. Harwa, sin duda, fue un importante personaje en la Tebas del siglo VI a. C. Los relieves que decoran su tumba, parcialmente conservados (pues la tumba había sido expoliada), imitan el estilo del Reino Antiguo, comenzando una época de renacimiento, de vuelta al pasado clásico, legendario, en las artes y en las letras. Los relieves del patio abierto, emulando la decoración de las mastabas de Giza o Saqqara, nos cautivó por su calidad y por su temática, representando escenas de la vida cotidiana. Las dimensiones de las cámaras interiores son verdaderamente colosales y reproducen la planta de un templo, en este caso dedicado a Osiris, con el cual Harwa quería reunirse y emular su suerte. Las paredes interiores estaban cubiertas de excrementos de murciélago, pero ahora, limpias, muestran el color original de las inscripciones y escenas en relieve. La misión italiana lleva excavando aquí desde el 95 y el trabajo que han realizado es admirable.

Francesco es un auténtico relaciones públicas, y esta misma mañana había convocado a las misiones belga, polaca, alemana, japonesa y española para guiarles por la tumba de Harwa. A la salida, había dispuesto un te con pastas, a la antigua usanza, cuidando el mínimo detalle. Al fondo, Deir el-Bahari se veía espléndido.

Vida cotidiana