Hoy era el último día en el yacimiento de los geólogos, Teresa, Sole y Sergio, por lo que han invertido el día en repasar los datos que han ido recopilando estos días y poniendo a prueba las hipótesis que han ido barajando. Según las evidencias en el yacimiento, debió de haber una gran tormenta poco antes del año 2000 a. C., en un periodo de clima árido en el que la lluvia era escasa, pero de gran fuerza. Después siguió un periodo de lluvias más frecuentes, pero de menor intensidad. La reconstrucción del terreno es también fundamental para conocer cómo y por donde circularía el agua ladera abajo, y cómo afectaría a los monumentos ya en pie. Asía, la geología se convierte en una disciplina básica para el estudio arqueológico de un yacimiento.
Además, con los geólogos hemos estado dándole vueltas a la cronología de las capillas de adobe y a los pozos funerarios asociados a ellas. Al final, hemos tomado muestras de los adobes y enlucidos de cinco de ellos para solicitar al Ministerio de Antigüedades llevar a cabo análisis de C14 para confirmar o poner en cuarentena las dataciones que deducimos por la cerámica y por el contexto arqueológico. También nos interesa avanzar en el conocimiento de las técnicas constructivas, por lo que analizaremos la composición de los morteros, enlucidos y adobes empleados en cada construcción para identificar variantes y asociar éstas a determinados usos.
La excavación que está llevando a cabo Laura con Saidi en la cámara sepulcral del pozo 39 ha alcanzado un nivel de máximo interés. El terreno ahora está endurecido por la presencia de agua y el material que va apareciendo está bastante adherido al suelo y tiene incrustaciones de barro. Casi todo puede datarse en la primera mitad del Segundo Periodo Intermedio, es decir, en la dinastía XIII, unos años antes de lo que pensábamos a priori. Por ahora hemos encontrado un puñado de flechas, elaboradas con caña y madera de acacia, cerámica con cordeles para colgarlas, y fragmentos de ataúd pintados al estilo típico de la dinastía XIII.