Rara vez las cosas suceden como planeamos. Nos empeñamos demasiado a menudo en programar y planificar, para, en el mejor de los casos, acabar dándonos cuenta de que la vida sigue su propio camino, y las más de las veces no nos queda otra que adaptarnos a las circunstancias y sacar lo mejor de cada situación. A veces una victoria puede ser simplemente sobrevivir, o empatar, o como nos cuenta el cuento egipcio de El Náufrago, conseguir regresar. Cuando las cosas no suceden como esperábamos, en lugar de frustrarnos merece la pena rescatar del olvido las cosas buenas sí han ocurrido, aunque no fueran las que planeáramos, ni sucedieran de la forma que imaginábamos. Las campañas arqueológicas son, casi siempre, una sucesión de imprevistos, y la capacidad de adaptación y de improvisación son un recurso esencial. El éxito no es recibir de entrada un póker de ases, sino saberle sacar el mayor partido a las cartas que nos tocan.
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Lasca de caliza con el dibujo de un barco en tinta roja.
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Entre las piedras de caliza, Ahmed halla un bloque con un dibujo de un barco.
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Bosquejo preliminar antes de acometer la decoración de la pared de una tumba.
En la zona que supervisa Ana, Ahmed ha sacado a la luz una piedra caliza de gran tamaño con el dibujo en tinta roja de un barco con las velas desplegadas. Tal vez fuera el bosquejo previo a la representación en una tumba de la peregrinación a Abidos, la cual se realizaba por el Nilo; y para navegar de regreso a Tebas, hacia el sur, había que desplegar la vela para vencer la corriente del río.
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André estudia las piezas de cuero y vuelve sobre las sandalias rojas.
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Brazalete de arquero hallado entre las piedras.
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El cuero se tiñe de rojo y de verde.
André Veldmeijer ha estado analizando con el microscopio que nos ha prestado el Instituto Francés de Arqueología las piezas de cuero halladas recientemente en la excavación, tratando de identificar si el cuero es de cabra, de oveja o de vaca, y tratando de ver hasta los detalles más pequeños del proceso de fabricación y decoración. La mayoría de las piezas pueden fecharse en torno al año 1550 a. C., lo que lo convierte en un conjunto realmente valioso.