Pía, Blanca, Asmaá y yo nos hemos pasado toda la jornada en el Museo de Luxor. Cruzamos el río a primera hora de la mañana, con la fresca, y lo primero que hicimos fue recorrer el museo con el Director y algunos de sus asistentes para ver la posible ubicación de la exposición que pretendemos inaugurar el 9 de febrero. El museo es francamente bonito, elegante y bien iluminado, e incluye piezas de categoría. Además, dispone de vitrinas para exposiciones temporales. Una de ellas estaba vacía y disponible para nosotros, pero nos resultaba demasiado pequeña. Así, después de una discusión prolongada, se decidió que ocupáramos parte de la vitrina alargada del piso de arriba, en la que hace años colocamos los ataúdes de Iqer y Neb y otras piezas. Los ataúdes fueron retirados hace un par de años, pero las demás piezas todavía seguían en exposición. Ahora volverán a sus vitrinas, acompañados de más piezas que traeremos del almacén del otro lado del río.
Al final de la mañana, nos abrieron la vitrina y nos colamos dentro para medir los espacios y diseñar cómo exponer las piezas. El problema es que los ataúdes ocupan mucho, ¡gual que los arcos del set de arquero de la dinastía 17 que hallamos hace años en un pozo saqueado. Al final, parece que vamos a ser capaces de encajar todo en el espacio que nos han concedido. Y lo mejor es que esta vitrina es, supuestamente, permanente, es decir, que el montaje no tiene fecha de caducidad (pero claro, nada permanece…)
Mientras tanto, en el yacimiento, Laura y José Miguel han alcanzado el fondo del pozo. Sobre la roca del suelo había una acumulación de adobes con restos humanos desmembrados y envueltos en lino, todo ello parcialmente quemado. La situación se corresponde muy bien con la descripción de cómo actuaban los ladrones según el papiro Abbott (ca. 1100 a. C.), quienes, después de saquear una tumba, prendían fuego al ataúd y a la momia del difunto allí enterrado. A pesar de haber sido saqueado, encontramos restos del equipamiento funerario del primer “habitante” del pozo, que vivió y murió durante la Dinastía 17, en tormo al año 1600 a. C.