Comienza nuestra campaña arqueológica número 16. Ya formamos parte de los veteranos del West Bank. Y las ilusiones siguen intactas. Este año ha sido un poco complicado por diversas razones, tanto para el propio proyecto, como para varios de los del equipo. Pero ahora estamos aquí, dispuestos a disfrutar de cada instante, a sacarle jugo a cada uno de los días que pasaremos aquí. Pero ni siquiera esta especie de burbuja que te deja medio asilado del mundanal ruido está exenta de obstáculos y contratiempos. Enviamos los papeles para esta campaña al Consejo Supremo de Antigüedades el pasado mes de Julio, por medio de nuestro buen amigo Nacho Ares. Se nos concedió el permiso de excavación y la aprobación del plan de trabajo a comienzos del mes de noviembre, pero la policía se retrasó en tramitar el visto bueno de seguridad. Los líos burocráticos se han prolongado hasta esta misma mañana, 17 de enero. Y como siempre ocurre en Egipto, los problemas acaban solucionándose, in extremis, pero se solucionan, así que mañana ya estamos en disposición de ir al yacimiento, abrir las tumbas y montar las jaimas.
El mudir adelantó un día el viaje para volar a El Cairo y firmar el contrato de trabajo con el Consejo Supremo de Antigüedades en la mañana del lunes 16. Todo fue muy bien, salvo por el permiso de la policía, así que me tocaría volar a Luxor con la cesta medio llena. A primera hora de la tarde aproveché para ir al Museo y saludar a la nueva directora, Sabah el-Saddik, que es una buena amiga de hace ya quince años, la persona que hoy en día conoce mejor los almacenes y el sistema de registro de las piezas. Pero antes, casi inevitablemente hay que saludar a Ahmed Amin, el fotógrafo del Museo, cuyo lugar de trabajo tiene un balcón que domina la entrada lateral que utilizan los empleados. Y entre las piezas relevantes para nuestro trabajo, destacar las que incluyen a la reina Ahmes-Nefertari, madre de Amenhotep I, ambos patronos de la necrópolis tebana, y cuyo monumento funerario se levantó muy cerca de nuestro yacimiento.
El equipo se reunió en Barajas a media mañana del lunes. Como todos los años, Egyptair funcionó a la perfección y se portó fenomenal con nosotros y con el numeroso equipaje que nos acompañaba. El vuelo directo Madrid-Luxor, evitando el tránsito por el aeropuerto de El Cairo, se agradece enormemente. El paso por la aduana de Luxor no fue tan fluido, ni agradable, pero conseguimos superar el trance, y llegar a cenar al Hotel Marsam. Una cena tardía, que nos permitió disfrutar de la primera cerveza Stela.
Desayunamos un poco más tarde que de costumbre, a las ocho. Mientras el mudir se fue a hacer papeleos al otro lado del Nilo, el resto del equipo se quedó en el Marsam deshaciendo el equipaje y reorganizando el almacén que tenemos en el hotel y donde guardamos material de restauración y de oficina. Al final del día teníamos todos los papeles listos para comenzar a trabajar al día siguiente. Por la tarde, en la zona de trabajo del piso de arriba de nuestras habitaciones, lo que bautizamos con el nombre de “El Chiringuito”, tuvimos una reunión de trabajo para repasar las modificaciones que hemos hecho en la base de datos y en la metodología de la excavación y registro de materiales.