16 febrero 2015

La excavación es la parte más atractiva del proyecto arqueológico, pero en modo alguno es la más importante. La restauración juega un papel fundamental y no tendría sentido excavar si después no nos preocupáramos de conservar los objetos y las estructuras arquitectónicas que desenterramos. Bajo tierra, tanto los muros de adobe como la madera pintada pueden conservarse durante miles de años en Egipto debido a la sequedad del terreno, y es cuando entran de nuevo en contacto con el aire y la humedad cuando se desencadena un proceso de deterioro irremediable. Los conservadores usan sus conocimientos para amortiguar y ralentizar su deterioro y por esa razón su trabajo es fundamental en una excavación. Por esa razón, contamos con un equipo de seis restauradores, tres españoles y tres egipcios.

Pero el Proyecto Djehuty pretende ir un poco más allá y, ya que tenemos la inmensa suerte de tener un yacimiento con monumentos excepcionales y en el que hallamos objetos singulares que aportan al conocimiento de la historia del arte y de la cultura del antiguo Egipto, dedicamos un gran esfuerzo a tratar de compartirlo y hacerlo visible al público. Restauradores y arquitectos trabajan para, en unos cuatro o cinco años, hacer visitables al público las tumbas de Djehuty y de Hery. Eso es uno de nuestros grandes sueños. Otros restauradores se afanan en restaurar y preparar las piezas más llamativas para ser musealizables. Ya tenemos cinco conjuntos de piezas en el Museo de Luxor, un museo fantástico, moderno, bien iluminado, con piezas muy bien seleccionadas. Eso es ya un verdadero hito. Ahora estamos tramitando llevar al museo una nueva pieza, el ataúd-rishi de Neb, acompañado por dos conjuntos de shabtis también de la dinastía XVII, unos de barro, del portavoz de Nekhen, Ahhotep, y otros de madera, pertenecientes a Ahmose-Sapair. Ahora sólo queda esperar que el dios Thot, es decir, Djehut(y), y el dios luna Iah se alíen con nosotros y consigamos hacer inmortales a estos personajes que vivieron en Tebas en torno al año 1600 a. C. y se hicieron enterrar en Dra Abu el-Naga para que un grupo de investigadores españoles les rescatara del olvido y reavivara su recuerdo.

Bueno, y para los que no vayan a poder acercarse a Luxor, pues para eso hacemos la página web, el Diario de excavación, el Facebook… La filosofía de fondo es que todo sabe mejor cuando se comparte. Y, por otro lado, a los científicos nos toca hacer un esfuerzo por hacer llegar al público nuestras trabajo de investigación, hacerlo comprensible al gran público, que es, en última instancia, quien nos financia. Si los científicos queremos que la sociedad valore y reconozca nuestro trabajo, tendremos entonces que saber contarle a la sociedad lo que hacemos.