16 febrero 2007

Este viernes la mayoría del grupo se lo hemos dedicado entero a Karnak. Por muchas veces que visites el templo, y por muchos turistas que pueda haber en la sala hipóstila, el templo no deja de sorprender, de sobrecoger. Nos detuvimos un buen rato en los obeliscos de Hatshepsut y en su maravillosa sala decorada con escenas de su bautismo, que conserva mucha de la policromía original. Los Anales de Tutmosis III también nos entretuvieron un tiempo y, luego, su “gabinete de curiosidades” dentro de la parte del templo llamada Akhmenu. De allí pasamos a la parte de atrás del templo, donde Ramsés II levantó una capilla dedicada a “Amón el que escucha las súplicas”, para que el pueblo llano pudiera acercarse a la divinidad por la puerta de atrás.

Tuvimos la suerte de poder entrar en el templo de Osiris, de la dinastía XXV, que contiene escenas muy curiosas. Siguiendo el periplo, llegamos al templo de Ptah, de época Ptolemaica, con textos e imágenes en honor a Imhotep y Amenhotep hijo de Hapu, por entonces santificados como grandes sabios legendarios.

En el museo al aire libre se pueden ver numerosos bloques de época de Amenhotep I, cuyas figuras recuerdan enormemente el estilo de los relieves de la tumba de Hery. Junto a ellos, la “capilla roja” de Hatshepsut y otras capillas de diferentes reyes que han sido montadas en esa esquina del templo, poco visitada y, por ello, un lugar muy francamente acogedor.

La visita terminó en el extremo opuesto, en el templo de Khonsu. Como los turistas siguen todos la vía principal, también este templo se puede disfrutar casi en soledad. Un final estupendo, antes de tomar una barquita de regreso al West Bank y hacer una parada técnica en “el Ibicenco” para tomar una Stella bien fría con patatas fritas, antes de ir a comer al Marsam, a eso de las cuatro: “Spanish time”.