16 enero 2015

Hoy ha sido nuestro primer viernes, que hemos empleado en una larga excursión por la necrópolis, más de doce kilómetros, que hemos compartido en parte con el Maratón de Luxor. Nos dirigimos primero a Dra Abu el-Naga (para variar), buscando en la llanura de enfrente restos del templo de la reina Ahmose-Nefertari, que la convirtieron en patrona de la necrópolis, y de Nebuenenef, donde Petrie descubrió en 1909 la parte de debajo de una estatua sedente de Intefmose y que pudiera encajar con la cabeza que hallamos al fondo del pozo de su tumba, en el Sector 10. Pero las casas y los escombros han crecido tanto en la últimas décadas que no conseguimos ver nada.

La primera parada ha sido el templo funerario de Seti I, un templo que muy poca gente visita, pero que es una joya. En el aparece la reina Ahmose Nefertari siendo adorada por Ramsés II, y otro detalle curioso es la importancia que adquiere la personificación y divinización de Tebas. Desde el templo caminos hasta la casa que habitó Howard Carter mientras excavaba la tumba de Tutankamon, y visitamos la réplica que reciente se ha instalado junto a la casa, realizada por la empresa Factumarte de Madrid.

Seguimos el periplo adentrándonos en el poblado de el-Tarif, para buscar las tumbas de la dinastía XI que fueron reexcavadas en los años 70 por un equipo alemán dirigido por Dieter Arnold. Son tumbas peculiares, talladas en la roca, dispuestas alrededor de un amplio patio central. La tumba que descubrimos el año pasado de esta misma época debería tener una apariencia similar y, por tnato, debería estar acompañada de otras tumbas contemporáneas dispuestas en los laterales de un patio rectangular. De regreso al Marsam pasamos por una zona que se conoce como el-Brabi, al comienzo de la vía procesional que conduce a Deir el-Bahari, para ver otras tumbas similares de la dinastía XI, reutilizadas en la XVII, y que fueron excavadas por Howard Carter a principios del siglo XX. Sin duda, ha sido un largo y fructífero paseo.