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cuenco hemisférico de la dinastía 13 de la zona de excavación de Laura y Ainara.
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Laura recoge las hojas de persea utilizadas como ofrendas y halladas junto a la cerámica completa de la dinastía 13.
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Interior del cuenco hemisférico aun con las ofrendas de hojas de persea.
En la zona de excavación de Laura y Ainara ha salido un nuevo cuenco boca abajo, dentro del conjunto de cerámicas de la dinastía XIII caídas dentro de una oquedad. Al darle la vuelta esta vez se conservaba un conjunto de hojas de persea. La persea es un árbol, o más bien un arbusto, que para los antiguos egipcios tenía connotaciones religiosas, pues se asociaba a la resurrección del difunto. Por eso, los que participaban en un funeral llevaban a menudo guirnaldas de persea alrededor del cuello, o se hacían ramos para despedir al difunto.
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Ubicación de la capilla grande en una foto antigua, con las antiguas casas.
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Proceso de trabajo en el interior del pozo.
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El rais continúa trabajando en el interior del pozo.
La capilla grande y el pozo que está excavando Ana estaban justo debajo del corral de animales delante de una de las casas del poblado moderno de Dra Abu el-Naga. Por eso la parte de arriba del pozo tenía gran cantidad de paja. Pero, a partir de dos metros de profundidad dejó de haber paja y aparecieron grandes bloques de piedra, lo que parece indicar que cuando se usó el pozo recientemente no se accedió a la parte más profunda y, por tanto, no se accedió a la cámara. Alí ha seguido hoy trabajando en retirar la parte del muro que se desplomó unos centímetros con la idea de retirar la roca suelta y construir un techo abovedado que permita trabajar debajo con seguridad.
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Salida del pozo tras recoger las muestras.
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Adobes aún conservados de la entrada de la cámara del pozo.
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Cerramiento de la cámara del pozo.
Los geólogos, Sole, Teresa y Sergio, estuvieron analizando los morteros empleados en la construcción y embellecimiento de los pozos funerarios con la idea de ver si se puede detectar una evolución y, por otro lado, si se pueden asociar unos pozos con otros por el mortero empleado. Uno de los pozos más profundos parece datar de finales de la dinastía XVII o muy comienzos de la XVIII. Como en el lugar donde se construyó la roca madre estaba a mucha profundidad con respecto del suelo de tierra, las hileras de adobes tuvieron que descender más que en otros casos. En uno de los extremos hay un agujero que permite ver cómo las hileras de adobe se colocan de abajo a arriba apoyándose en la solidez de la roca madre.