15 febrero 2009

Carlos continúa en la cima de la colina, supervisando la excavación que supuestamente nos conducirá al comienzo de la caída de escombro dentro de la tumba de Hery. Hasta ahora, el terreno consiste en su mayor parte en acumulación de basura orgánica producida por la casa que hasta hace unos años se levantaba sobre nuestras tumbas. Hoy, sus muchachos han movido una gran piedra al estilo de los antiguos egipcios, con el rais gritándoles “cariñosamente”. Se trataba de trasladar la piedra fuera de la zona sin demasiada violencia, evitando que el terreno retumbara y las vibraciones pudieran afectar a la cámara funeraria de Djehuty, donde estábamos trabajando al mismo tiempo. Aunque la distancia entre unos y otros es de unos veinte metros, las vibraciones se transmiten en la roca de una forma sorprendente.

En la jaima María José y Elena trabajan con la cerámica, mientras Pía restaura y dibuja algunas de las piezas que hemos hallado en la cámara funeraria de Djehuty. Hoy hemos recibido la visita de una restauradora egipcia, Lamia el-Hadidi, que trabaja con la misión del Museo Británico en Hagar Edfu y en el-Kab. Lamia nos ayudó el año pasado a comprar en El Cairo material de restauración antes de comenzar la campaña y desde entonces somos amigos. Además, como el Guadiana, Salima ha vuelto con nosotros por unos días, para trabajar con Roxie los huesos procedentes de la cámara de Djehuty.

A media mañana, Pía, Parra y el mudir se han escapado al almacén para sacar fotos al “senet” restaurado. Tanto las fichas como las casillas del tablero las hallamos hace unos años en el pozo funerario a la entrada de la tumba –399–. La madera de la caja había desaparecido totalmente, comida por termitas. Este invierno diseñamos en Madrid una caja para poder montar las casillas en una recreación de lo que podría haber sido su soporte. El resultado final es visualmente muy atractivo y, además, ayuda a la conservación de la fichas tan delgadas.