La excavación del pozo continúa a buen ritmo, a pesar de que el murete de adobes que lo atraviesa dificulta el movimiento en su interior. Laura, Amalia y José Miguel, junto con Saidi forman un equipo muy compenetrado y se les nota que están disfrutando con el trabajo. José Miguel de vez en cuando aprovecha algún parón para irse a la jaima grande y retomar el estudio de los shabtis de Tutuya, también llamado Neb-mehyt, “el señor del viento del norte”, probablemente oriundo de Palestina. Como nota a pie de página recordar que el nombre del perrillo que adoptamos el año pasado Tutu, deriva del de Tutuya, y de hecho un grito que se oye bastante por el centro de Madrid es “Tutu, ¡ya!”.
En la jaima pequeña de restauración, Blanca está re-restaurando una bandeja de ofrendas del año 2000 a. C. En la campaña pasada Pía la había terminado de restaurar, pero luego hallamos varios fragmentos más y ha habido que deshacer parte del trabajo para integrar los nuevos trozos y volverla a restaurar. A su lado, Pía está trabajando con un shabti de madera y su ataúd, del año 1600 a. C., rellenando los agujeros para darle a las piezas mayor consistencia. En el equipo de restauración volvemos a tener este año con nosotros a Esmaá, buena trabajadora, cuidadosa y muy sonriente y sociable.
La mayoría de los trabajadores que tenemos contratados están dedicados a terminar el camino de acceso al yacimiento. La parte del camino que queda dentro de nuestra concesión ya estaba acabada el año pasado, pero nos interesa también acondicionar la parte que queda fuera para que los futuros visitantes se sientan atraídos a visitar nuestras tumbas y el yacimiento. Hay que ponérselo fácil.