14 enero 2022

Primer viernes de la temporada. Hemos desayunado a las ocho y media en el patio, que ya calentaba un poco el sol, y la tertulia se ha alargado dándole la bienvenida a José Miguel, que llegó ayer por la noche. Casi todo el grupo nos hemos ido a dar un paseo por la necrópolis, y la primera parada ha sido una de las dos tumbas que se construyó Useramón (TT 131), visir bajo el reinado de Hatshepsut y Tutmosis III. El interior no se puede visitar, pero el exterior de la tumba tiene dos peculiaridades. Por un lado, la fachada, tallada en la falda de la montaña, está tallada reproduciendo una “fachada de palacio”, con inscripciones verticales en las jambas de las puertas falsas. Por otro lado, se aprovecha la presencia de una gran roca en la cúspide para hacer una pirámide que culmine el monumento, dándole a la roca la forma geométrica mediante hileras de adobes.

Desde allí, subimos hasta el mausoleo/santuario del jeque “Sheikh Abd el-Qura”, que da nombre a la colina. Justo debajo se encuentra una de las dos tumbas que se hizo Senenmut (TT 71), hombre de confianza de la reina Hatshepsut. La tumba está muy dañada, pero lo poco que se conserva refleja que debió ser un monumento de una calidad artística excepcional. La fachada, compuesta por pilares, imita las tumbas de la dinastía XII, que por entonces eran consideradas “clásicas” y tomadas como modelo. Debajo del suelo de su patio de entrada hizo un agujero para re-enterrar a sus padres junto a él.

A pocos metros, se encuentra una estatua tallada en la roca de la montaña, que quedó inacabada, y que representa a Senenmut sentado en el suelo, en postura informal y relajada, sosteniendo en sus brazos a la hija de la reina Hatshepsut, Neferure, cuando era todavía un bebé. Junto a él, aparece de pie la madre de Senenmut. La composición es fuera de lo común, tanto por la composición de la figuras, como por el mensaje que transmite la talla.

Bajamos la colina y llegamos hasta la casa que utilizaron Norman y Nina Davies cuando a comienzos del siglo XX pasaron varios años copiando las paredes de las tumbas mejor conservadas y/o más interesantes. Sus dibujos son verdaderas obras de arte, además de haberse convertido en documentos importantes para el estudio de las tumbas, pues muchas de las paredes que ellos dibujaron sufrieron luego graves daños. La casa es sencilla, llena de encanto y todavía conserva algunos de los objetos que ellos usaron.

Por último, fuimos a visitar la tumba de otro Djehuty (TT 110), que ejerció de copero real bajo el reinado de Tutmosis III. Fue restaurada por el American Research Center in Egypt y se ha abierto al público hacer un par de años. El propietario se hace representar realizando ofrendas tanto a Tutmosis III como a la reina Hatshepsut, que curiosamente no ha sufrido aquí ningún tipo de damnatio memoria, por lo que su nombre y el rostro de su figura se conservan intactos.