Trabajo de gabinete
Desayunamos en la terraza a las siete y media, a la vez que discutimos sobre el material que había que comprar para ampliar la jaima del año pasado, unas mesas con caballete, unas cribas grandes y otras cosas para trabajar cómodamente en la tumba.
Habíamos quedado a las nueve con Mohamed el-Bialy en su oficina del West Bank (que aquí llaman “taftish”) para realizar el papeleo previo a la apertura de la tumba. Francesco Tiradriti, que acaba de terminar su campaña de excavación en la tumba de Harwa (en Assasif), nos avisó que hoy sería un mal día, pues Zahi Hawass, Chairman del Consejo Supremo de Antigüedades, se encontraba de visita en Luxor. Efectivamente, el-Bialy ha estado ocupado con él todo el día, visitando el Valle de los Reyes y el templo funerario de Amenofis III, donde el matrimonio Stadelmann acaba de descubrir un gran busto del monarca.
Una vez más: “¡maalesh!”. Algunos habíamos albergado la esperanza de que abriríamos hoy la tumba. Para eso José Manuel había ido a las oficinas centrales del Servicio de Antigüedades en Abbasiya (El Cairo) y había recogido los permisos y firmado el contrato sobre el trabajo arqueológico a realizar esta campaña. Otros, sin embargo, más realistas, estaban convencidos de que por una u otra razón nos retrasaríamos. En fin, “bukra in-sha-ala” o, lo que es lo mismo, “mañana, si Dios quiere”.
De todas formas, los diez del equipo, acompañados por Ali y Ala, fuimos a visitar la tumba, a ver el estado en que se encontraba, aunque sólo fuera el exterior. Como era de esperar, la basura se había acumulado en la hondonada de la entrada y los perfiles se habían desdibujado. En una de las esquinas había un agujero que nos intranquilzó un poco, aunque tal vez sea obra de alguna cabra tratando de proporcionarse cobijo.
Antes de comer, tuvimos ocasión de saludar a Ibrahim Suleiman, jefe de los inspectores del Valle de los Reyes y de Dra Abu el-Naga. Nos recibió muy amable y nos comunicó que nuestro inspector este año será Mahmoud Ibrahim Mohamed Ali. El rais Ali se alegró de la noticia, pues es amigo suyo. Eso es algo que a nosotros nos viene muy bien, por lo que pueda surgir. Por la tarde, la mitad del grupo se ha ido a la otra orilla, a Luxor, a comprar algunas cosillas. Otros se han quedado en el Marsam trabajando en el ordenador y tratando de organizar el material. Mañana tiene que ser el día.