El primer día de descanso lo hemos aprovechado para ver algunas tumbas de la zona. Después de un estupendo desayuno en el patio, a base de zumo de naranja, huevos fritos y té, salimos andando hacia la montaña. La primera parada fue la tumba de Benia, también llamado Pa-heka-men, cuyos padres tienen nombres extranjeros, tal vez de origen hurrita. Ejerció como supervisor de los trabajos probablemente bajo Tutmosis III y comienzos del reinado de Amenhotep II, y en su tumba, que se conserva en muy buen estado, incluso la policromía, se representa una interesante escena de pesaje de oro y electro, además de la recepción de colmillos de elefante y arcones de ébano.
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Pico de el-Qurn, con el mausoleo de Sheikh Abd el-Qurna.
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Vista de Deir el-Bahari.
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José Miguel, Nacho y Curro a la entrada de la tumba de Neferrenpet.
En la tumba de Khonsu, de época de Ramsés II, el nicho que se abre al fondo del todo incluye una imagen pintada de Osiris y, a su izquierda, la imagen del legendario rey Montuhotep divinizado. La siguiente escala fue la tumba de Neferrenpet, del reinado de Seti I, cuya decoración incluye una original escena de pesaje y almacenamiento de telas. En total visitamos siete tumbas, terminando en la de Kheruef, ubicada en el-Asasif, junto a los templos de Deir el-Bahari.
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Grupo con la montaña tebana de fondo.
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Grupo (con variante) con el valle fértil de fondo.
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Vista del valle y de las colinas en la orilla este.
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Tienda de réplicas en relieve junto a la tumba de Ramose.
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Fachada decorada de una casa en Dra Abu el-Naga.
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Preparando el “lunch” ibérico.
Como suele ser ya costumbre los viernes, nos preparamos nuestra propia comida. Esta vez no ha habido paella (Joan, el “maestro”, llega de España esta noche), por lo que nos hemos entregado al embutido ibérico, aligerado con una ensalada de tomate. Hay que empezar suave, pero el próximo viernes no perdonaremos.