La excavación ha comenzado hoy a coger ritmo y, aunque todavía tenemos a pocos trabajadores, hemos abierto ya varios frentes. Un grupo ha estado trabajando desde primera hora en el patio de Djehuty, protegiendo uno de los perfiles que documenta el depósito de tierra y materiales desde la dinastía 11 hasta época de Djehuty, entre el 2000 y el 1500 a. C.; es decir, el corte la cata que desciende desde el suelo del patio hasta el suelo sobre el que encontramos el ataúd de “Valentina” hace tres años.
Otro grupo comenzó a media mañana a excavar el pozo de la tumba de Djehuty que se encuentra junto a la fachada, a los pies de la estatua. En la tumba de Djehuty hay tres pozos funerarios. Uno en la cámara más interna, que conduce a la cámara sepulcral pintada que hallamos el año pasado y que fue diseñado para acoger el cuerpo de Djehuty. Otro se abre en la sala transversal, de forma cuadrangular (y no rectangular como los otros), probablemente de época posterior, del Tercer Periodo Intermedio, y que comenzó a excavar José Miguel el año pasado. Y por último el que se abrió en el exterior (hoy bajo el techo construido en 1909), junto a la fachada, de época de Djehuty, y que tal vez fuera ocupado por sus padres. Esto último es una hipótesis, porque hasta que no lo excavemos no sabremos para quien fue construido; ni siquiera sabemos hoy si fue terminado.
Mientras tanto, Elena montó su mesa de trabajo dentro de la jaima grande, para comenzar a dibujar cerámica, y en la jaima pequeña, Nieves y Pía pusieron a punto el taller de restauración. Su primera tarea fue colocar las cinco flechas de Iqer dentro de una caja especialmente diseñada a medida para ellas y que trajimos de España. Luego, comenzaron a tomar medidas y colocar guías para cerrar el agujero que comunica la tumba de Djehuty con la tumba intermedia, -399-.