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Juan escaneando las tumbas de la loma
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Miguel Ángel continúa la restauración de la pintura
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Miguel Ángel trabajando en la restauración de las pinturas de una de las tumbas ubicadas tras la casa amarilla
Las tumbas que situadas detrás de donde estaba la última casa del poblado, están todas ennegrecidas, paredes, techo y suelos. Si bien el color negro tenía un carácter simbólico para los antiguos egipcios, pues, asociado al limo del valle fértil, evocaba la capacidad de resurrección, en ocasiones los habitantes de la necrópolis ahumaban el interior de las tumbas como medida desinfectante. Documentar y escanear habitaciones, pasillos y cámaras así de oscuras resulta muy evocador, pero un poco siniestro. Más complicado es restaurar las pinturas en este ambiente de oscuridad plena, como está haciendo Miguel Ángel en la tumba de al lado. Además de limpiar el humo de la superficie, está consolidando los bordes para dar mayor estabilidad a lo poco que se conserva de la decoración pintada.
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Huella dactilar de un antiguo egipcio en un fragmento de cerámica
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Pia dibujando un antiguo brazalete
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Pintura de Helga de la entrada de la tumba de Djehuty
En la jaima pequeña, Pía está dibujando algunas piezas halladas en campañas pasadas y que su publicación se beneficiaría de un buen dibujo detallado y, a la vez, artístico. Ejemplo de ello es un pequeño brazal de arquero, hecho en cuero y repujado, con partes teñidas de rojo y otras en verde. Otro tipo de dibujo es el que realiza Helga, alternando su vena artística con echar una mano en completar la base de datos. Helga está pintando acuarelas del yacimiento y de su entorno, con vistas a una posible, futura exposición.
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La montaña tebana tras los verdes campos fértiles
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La vía del tren en los paseos del atardecer
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La vuelta tras las compras del paseo del atardecer... un tanto surrealista
La nueva casa donde nos alojamos este año nos encanta a todos. El pequeño jardín a la entrada tiene mucho encanto y nosotros le hemos aportado nuestro granito de arena comprando una vasija grande de Ballas y hoy dos pelícanos, blanco y rosa, para darle un toque exótico. Contra todo pronóstico, paramos un tuk-tuk de vuelta y nos metimos seis dentro, además de Tutu y el pelicano blanco colgado por fuera. La casa tiene una sala común suficientemente amplia (con nevera y barra de bar, como debe ser) y las dos lavadoras por ahora funcionan bastante bien. Nuestra suerte llega al máximo con Fatma y Maryam, que llevan la casa a las mil maravillas y cocinan de escándalo. Ellas hacen que nos sintamos como en casa.