12 febrero 2022

La excavación en la zona de Laura y Ana se complica y, a la vez, se hace cada vez más interesante. Entre los bloques de caliza arrojados por los saqueadores y los montones de adobe, se ven acumulaciones de lino con restos humanos. El recinto definido por el murete de adobe delante de la capilla de ofrendas se ve cada vez mejor, al menos la mitad que no fue afectada por un agujero de ladrones abierto a finales del siglo XIX, datación que queda bien clara con un trozo de tela de algodón azul y dos trozos de periódico que hallamos aquí hace dos campañas. La otra mitad del recinto se ha perdido y, en su lugar, se levantó un murete de piedras de caliza planas sobre una hilera de adobes. Todavía no sabemos muy bien la función de este otro murete, construido sin mortero de unión entre las piezas. Al principio pensábamos que podría ser la esquina de un pozo, pero ahora parece más bien un murete de contención que pudiera estar levantado por encima de la entrada a una tumba tallada en la roca a una altura por debajo de la capilla de adobe y su recinto de delante.

Por otro lado, en una de las cuadrículas que excava Ana con Ahmed ya sale sólo cerámica del Segundo Periodo Intermedio, lo que es un buen síntoma. . Algunas de las vasijas incluso está enteras, como un “beaker” pequeño que María y Zulema datan antes de la dinastía 17. Y al otro lado, donde está excavando Laura con Saidi, hemos hallado un shabti de madera con inscripción en hierático. Se lee bastante mal y habrá que esperar a que Pía lo limpie para ver si puede leerse al menos el nombre del propietario.

La restauración del suelo de la entrada a la tumba de Djehuty ha quedado en manos de Asmáa, Fatima y Ahmed. El interior lo acabó ayer Suni, antes de regresar esta madrugada a Madrid, junto con Carmen, Javier y Jesús. A pesar de que todavía nos quedan dos semanas de campaña, ya quedamos un grupo pequeño, pero esperamos sacar mucho trabajo adelante, tato de excavación como de preparación para abrir las tumbas al público.