Hoy viernes, como era de esperar, el calor ha vuelto a apretar de lo lindo, pues el calor no entiende de días de descanso. Un grupillo, después del desayuno, nos hemos acercado andando al templo de Medinet Habu. Primero lo hemos rodeado por fuera, pues uno de los propósitos era ver la escena del rey Ramsés III cazando un león, arrojándole lanzas desde su carro. Junto a esta escena, está la batalla naval contra los Pueblos del Mar en el delta del Nilo. Este lienzo de pared se ve bien por la mañana temprano, pues luego le da la sobra y los relieves no se aprecian con tanto detalle. Alrededor del templo se construyeron almacenes y casas, principalmente en adobe, pero con el dintel y las jambas de la puerta talladas en piedra, en muchos casos con inscripciones y escenas en relieve conmemorando hazañas del monarca.. Junto a ellas, se puede descender por las escaleras de dos nilómetros. Y, por supuesto, están las imponentes murallas levantadas en adobe alrededor de todo el recinto sagrado, protegiendo también almacenes, talleres y viviendas.
El templo es uno de los más bonitos de Egipto, y sobre todo es un lujo poder verlo sin a penas turistas. La policromía se conserva muy bien y el programa iconográfico de expresión del poder del faraón es sobrecogedor. Claro que a las once de la mañana casi lo que más apreciamos fue tomar un refresco en la terraza de la cafetería frente a la entrada del templo: una Shweppes de limón y menta o una Fanta de manzana, buenísimas las dos. Por la tarde ha resultado muy difícil trabajar, pues el calor recalienta los portátiles y, por qué no decirlo, nuestros cerebros. Ni siquiera después de la puesta de sol la temperatura ha mejorado y el aire sigue siendo caliente a rabiar.