El sábado todavía teníamos invitados por aquí, incluidos el embajador de España y su mujer. Como el día de la inauguración no hubo ocasión de ver con calma algunos detalles de las tumbas, ni tampoco algunos de los objetos que guardamos en el yacimiento, se acercaron por la mañana, ya sin formalismos ni compromisos. La verdad es que es una enorme satisfacción y una gran alegría poder compartir con tanta gente el resultado de nuestro trabajo de tantos años. Uno siempre duda de si los demás verán las cosas de forma similar a como las percibes tú, si las tumbas les parecerán tan especiales, si el yacimiento les parecerá tan espectacular e interesante. Al hacer el “tour” a los visitantes, sí que alcanzas a percibir que les encanta lo que les explicas y que sí que les cautivan los monumentos. Y así uno se reafirma en la idea de que tenemos mucha suerte de tener un yacimiento muy singular y de que formamos un gran equipo de profesionales y grandes personas. Ahora, ya más tranquilos, vamos poco a poco asimilando el estrés y el éxito de los últimos días. Poco a poco vamos aterrizando y volviendo a la realidad.
A media mañana me acerqué con un grupo a Karnak. Por suerte había mucha menos gente que el viernes, que según dicen el templo estaba abarrotado. Hoy pudimos verlo sin aglomeraciones y disfrutamos un montón del paseo por las distintas estancias. Es una alegría que el turismo haya regresado con fuerza a Egipto, pero entre ver un monumento rodeado de masas de gente y verlo casi vacío hay una gran diferencia.