10 febrero 2019

El secreto del éxito del Proyecto Djehuty siempre ha estado, al menos así lo creo yo, en la buena química entre los integrantes del equipo. Este año, al ser más gente que nunca, tenía miedo de que precisamente esa conexión entre nosotros se enfriara, no fluyera como en años anteriores. Pero no ha sido así. Para que exista esa química tampoco hay que hacer nada especial, o mejor dicho, no se puede nada, o sale solo o no sale. Tampoco hay que decir nada, pues hay personas que con pocas palabras consiguen hacer equipo, transmitir buenas vibraciones. Esas personas juegan un papel importante dentro del equipo, pues casi sin querer inyectan buen rollo. Y de la misma forma, también hay visitas que transmiten energía positiva. Y ¿a qué viene todo esto? Pues a que, por mucho que algunos insistan, para bien o para mal no se puede separar lo personal de lo profesional, del trabajo. Y en el caso de la arqueología, donde la convivencia es tan intensa, todavía más.

La excavación sigue su curso normal, sin grandes sobresaltos. Y, mientras tanto la réplica del jardín sigue sin venir, retenida en al aduana del aeropuerto de El Cairo. El exceso de celo por la seguridad ha hecho que algunos de los líquidos y herramientas que viajaban con la réplica para luego ensamblar las partes en el yacimiento, fueran consideradas peligrosas y han provocado la retención de todo el envío. Para los que no estén al tanto, con la ayuda económica recibida este año del American Research Center in Egypt, realizamos con Factum Arte en Madrid una réplica del jardín, para luego mandarla hasta Luxor y colocarla sobre la estructura de metal que protegería el jardín original. La réplica llegó a El Cairo casi a la vez que nosotros, y todavía sigue allí. Varias veces creímos tener todos los papeles listos y los permisos conseguidos, y otras tantas veces fueron surgiendo nuevos problemas. Hasta hoy. Habrá que ir pensando en un plan B.

Los planes B tienen casi siempre su parte positiva. A veces uno tarda en darse cuenta. Cuando a uno le llevan la contraria y los planes tan meticulosamente concebidos se truncan inesperadamente y hasta injustamente, a uno le sale alterarse y enfadarse. Es cuando hay que mantener la calma y tratar de sacar partido de la nueva circunstancia, desarrollar un plan B. Pues me temo que en esas estamos con lo del jardín, vamos a tener que hacer de tripas corazón y pensar cómo podemos darle la vuelta a la tortilla.