10 enero 2012

Después del primer desayuno en el Marsam, en el patio, que nos supo a gloria, el rais Alí vino a buscarme para iniciar los papeleos previos necesarios para comenzar la campaña. Cruzamos el Nilo y, en su oficina junto al museo, Mohamed Asm firmó los permisos que había recogido yo en El Cairo a mediados de diciembre. Luego, nos dirigimos a Karnak, a saludar a Ibrahim Suleiman jefe del Servicio de Antigüedades en el templo, pero que hace diez años, cuando comenzamos el Proyecto, era el jefe de inspectores en la necrópolis de Qurna. Para el último trámite volvimos a cruzar el Nilo y, en el “taftish”, junto a los colosos de Memnon, nos encontramos con Mohamed Abd el-Aziz, que hace un par de meses fue ascendido a jefe del West Bank. En su despacho, estaba ya esperando nuestro inspector para esta campaña, Hasan Mohamed Khalil. Allí cogimos el saquito de llaves de las puertas y arcones y nos marchamos al yacimiento.

En el yacimiento nos estaban esperando algunos de nuestros trabajadores de siempre, Taalat, Salem, Nadyar, Saad, Mohamed… Nos saludamos efusivamente, teniendo en mente la despedida precipitada del año pasado, y pronto nos pusimos manos a la obra, a desmontar el muro de piedra con el que tapiamos la puerta de entrada a las tumbas. Tanto en el exterior, como dentro de las tumbas todo estaba en perfecto estado, tal y como lo dejamos.

Por la mañana, algunos del equipo habían estado ordenando nuestro pequeño almacén donde guardamos durante el resto del año el material de restauración y papelería. Así, por la tarde ya pudimos trabajar con los ordenadores en la Harwa, nuestra sala de trabajo en el hotel, hasta la hora de cenar. Por el día ha hecho un tiempo muy agradable, pero ahora, por la noche, el frío se hace sentir.