Ayer se me olvidó comentar en el Diario la visita de la Directora en El Cairo del American Research Center in Egypt (ARCE), Louise Berttini, con su equipo de dirección. Para nosotros fue una visita importante porque el ARCE ha financiado la investigación de los restos botánicos del jardín, además de la consolidación de su estructura de barro y adobe y la realización de una réplica que colocamos sobre el original. Cuando solicitamos financiación al ARCE–USAID nos pidieron incluir un Excel con el presupuesto de gastos pormenorizado, y nos concedieron la cantidad total presupuestada, además de dirigirnos una carta comunicándonos que para ellos era un honor participar en el proyecto como patrocinadores. Todo un ejemplo a seguir. Además, la forma de hacer el seguimiento y de comprobar los resultados ha seguido la lógica, la sencillez y la eficacia, todo muy americano (y muy poco español). La visita salió muy bien y creo que quedaron muy satisfechos con la réplica ya totalmente instalada. Espero que esto nos ayude en futuras solicitudes de subvención.
Después de muchos tiras y aflojas, decidimos seguir adelante con la excavación del pozo que supervisan David y Ana. Pronto se comprobó que la decisión fue acertada, pues alcanzamos la roca sobre la que se apoya el montón de derrubio que amenazaba con deslizarse hacia abajo, con lo que el problema quedaba resuelto. Además, en el siguiente nivel que excavó Gamal salió a la luz la base de un reposacabezas de buena calidad y tamaño y, junto a él, la parte de abajo de un carcaj de cuero. La base del carcaj está hecha con un cuero grueso y enrojecido, mientras que el cuerpo principal es de cuero muy fino y de tono claro. Además, al final de la jornada levantamos con bloques de piedra, para comprobar que eran parte de una estela cuyo primer fragmento encontramos ayer. Los tres fragmentos casi la completan, y ya sabemos que hay un cuarto fragmento formando parte del muro que levantaron los saqueadores; así que probablemente la lleguemos a completar mañana.
Angie ha retirado el montón de telas de la cámara sepulcral de su pozo y las ha llevado en una caja de fruta hasta la jaima de Pía. Allí, se han limpiado, humedecido y alisado con paciencia. Se trata de tres bandas de tejido de cáñamo, de dieciocho centímetros de anchura y más de cuatro metros de longitud, acabando los extremos en una serie de flecos bastante elaborados. La utilidad de este tejido todavía se nos escapa, pero a lo mejor, según sugiere Cisco, se trataría de una combinación de fajín y arnés que pudiera haberle servido de protección a un soldado. La tela es gruesa y, por la calidad y terminación parece claro que se utilizó como prenda de vestir. Es la primera vez que encontramos una prenda así, pues las telas suelen ser de diferentes tipos de lino y no de cáñamo.