Este viernes habíamos estado negociando con la policía y con el jefe del Servicio de Antigüedades del West Bank subir por la montaña, por el lado norte de Deir el-Bahari, para pasar por encima del templo de Hatshepsut. Esta excursión ya la hemos hecho bastantes años sin ningún tipo de problema, pero este año no ha habido manera de conseguir la autorización. Bien es verdad que cada año se iba haciendo más y más difícil, y ya las últimas veces tuvimos que subir acompañados de un policía. Pero esta vez ni por esas. Pero tampoco pasa nada, el Plan B no ha estado nada mal. Nos fuimos andando hacia Deir el-Medina y dese allí enfilamos hacia el Valle del Color. Allí nos entretuvimos un buen rato. Nos vino a echar un guarda en moto, pero al final acabó acompañándonos hasta el valle de Deir el-Bahari.
El templo de Hatshepsut estaba a rebosar de gente, pero, aún así, es espectacular, grandioso y, a la vez, proporcionado. Es un buen ejemplo de adaptación de la arquitectura al entorno natural, pues el edifico está al pie del cortado rocoso, metido en la roca de la montaña y acaba formando parte de ella. Al estar orientado al sureste, los relieves no se ven muy bien, lo que es una verdadera pena, sobre todo por los relieves de la expedición al Punt, de donde volvieron los barcos egipcios cargados con oro, incienso, mirra, pieles de pantera, rabos de girafa, colmillos de elefante y un largo etc. También es una lástima que en algunos lugares los excrementos de palomas ensucian algunos de los relieves más significativos del monumento, como el nacimiento divino de Hatshepsut, que incluye una imagen de su madre embarazada, algo inusual dentro de los cánones del arte egipcio.
Todos disfrutamos muchísimo de la visita a Deir el-Bahari, pero casi a la par estuvo la paella que Javier, Nacho y Miguel Ángel prepararon en el jardín de casa. Este viernes teníamos varios grupos de amigos visitando, así que nos juntamos casi treinta alrededor de la paella. Entre ellos, María José y Juanjo de la empresa Reno Arqueología, quienes nos ayudan a gestionar la excavación, y es al final gracias a ellos que el Proyecto Djehuty consigue superar los obstáculos de una burocracia irracional y sacar adelante las campañas de excavación.