04 febrero 2019

Estamos a mitad de campaña y la excavación se va animando en todos sus frentes. El sector que lleva Laura, excavando delante del patio de entrada a la tumba de Djehuty, tenía como uno de los objetivos de partida, el tratar de recuperar algún fragmento más de la cámara sepulcral de Djehuty, de las paredes que, aún estando ya escritas, fueron echadas abajo para ampliar la cámara. Hoy Saabut ha hallado uno de esos fragmentos, que le servirán a Lucía para confirmar la hipótesis que teníamos de los capítulos del Libro de la Salida al Día que pudieron haber sido escritos en las paredes que faltan. Estos hallazgos son de los que te alegran el día. Es increíble la distancia que pueden llegar a recorrer los fragmentos como consecuencia de las sucesivas reutilizaciones y alteraciones del terreno.

Si ayer fue Carlos el que encontró en su pozo un espejo de bronce, hoy le ha tocado a José Miguel, al final de la jornada, protagonizar los hallazgos más singulares. Excavando todavía en niveles de revuelto moderno que cubren la boca del pozo que acaba tocando la tumba grande de Carlos, ha salido a la luz una cara de madera pintada de un ataúd probablemente de la dinastía XXI. También ha recogido algunos fragmentos de papiro con un texto escrito en hierático con una grafía bastante buena, de la dinastía XVIII. Pero lo más emocionante ha sido hallar un fragmento de un bloque de caliza, con una de sus caras inscrita con el texto: “[…] para el ka del hijo del rey In[tefmose]”. Es ya la sexta referencia que encontramos a este príncipe en trono a la capilla de adobe que se encuentra delante del pozo.

Mientras Salima criba la tierra con los huesos de ave que fueron quemados al fondo del pasillo central de la tumba paralela a la de Hery, Cisco sigue excavando en una galería que incluye el pozo funerario de la tumba de Ay que se encuentra un poco más arriba en la falda de la colina, en el piso justo por encima. Efectivamente, el lio de tumbas, galerías y pozos conectados entre sí, dejan claro que la intención era crear una catacumba. Con tanto agujero, la colina se transformó en un queso gruyere y el milagro es que se mantenga en pie y no se venga todo abajo. Hoy Cisco ha hecho un hallazgo poco lucido, pero muy importante desde el punto de vista egiptológico y para entender la evolución de las tumbas y del paisaje de la necrópolis. Como ya ocurriera el año pasado, justo sobre el suelo ha hallado los trozos de una cerámica de la dinastía XII, lo que nos viene como anillo al dedo para confirmar que las tumbas se construyeron originariamente en esta época, en trono al año 2000 a. C., y que luego fueron reutilizadas y transformadas hasta época greco-romana. Hay que recordar que excavamos para conocer y comprender qué es lo que ocurrió, cómo, por qué, quien participó… y este tipo de datos son los que más aportan a nuestros intereses.