02 febrero 2018

Hoy tocaba desayuno a las ocho, en una espléndida mañana soleada, mirando a los campos de cultivo. A las nueve, nos vino a recoger Ibrahim con su furgoneta para llevarnos a un grupo hasta el Valle de los Reyes. Comenzamos visitando la tumba de Tauseret y de Sethnakht y después Ramsés III. A la entrada de esta última tumba, “descubrimos” la representación de un jardín rectangular y cuadriculado, similar al nuestro del que crecían unas plantas similares a los lirios. Ver tumbas en compañía de Curro es un auténtico lujo. Pero esto era sólo el aperitivo. Seguimos con Tutankamon que, aunque comparada con las demás tumbas es poca cosa, tiene tanta historia detrás, tanto antigua como moderna, que estuvimos más de media hora comentando detalles. Dejamos para el final el plato principal de la jornada, la tumba de Ramsés VI, una auténtica maravilla. La policromía se conserva de forma espectacular y los techos astronómicos son verdaderamente espectaculares. Aunque había algunos grupos de turistas, sobre todo egipcios y orientales, pudimos ver las tumbas a nuestras anchas.

Joan había llegado a Luxor la noche anterior, junto con María Lladó, y ya al día siguiente se puso manos a la obra y nos regaló su primera paella de la temporada. Hacer la paella en el campo junto al hotel es un planazo, por lo que todos le agradecemos su buena disposición para dedicar parte del día de descanso a cocinar para todos. Y poco a poco fue cayendo la tarde, fumando una shisha de manzana, charlando y alternando té con otras bebidas menos locales. Y cuando parecía que el ambiente languidecía, nos reanimamos y subimos a trabajar al Chiringuito hasta bien entrada la noche.